Apesar de que tenemos un mismo idioma. ¿O quizás por ello? No nos entendemos, está claro, no tenemos más que ver lo que pasa con el término plusvalía que tiene que ser un alto tribunal el que nos tenga que puntualizar que plusvalía quiere decir que una cosa, un bien, finca, solar, o lo que sea, que en su día costó xx, si al cabo de un tiempo se vende por xx más una determinada cantidad, se ha producido una plusvalía, que se me ocurre a mí, vendrá de plus (más) y valía, (de valor, supongo) o sea, que hemos ganado. Gracias a esta aclaración después de tantos años los ayuntamientos ya no pueden seguir cobrándonos ese impuesto cuando en lugar de valer más ese inmueble, vale menos, cosa harto frecuente en estos últimos años, pues bien, a pesar de ello, cuando se hacía la venta, nos pasaban el impuesto de plusvalía tranquilamente a pesar de la contradicción del término y de todas las pruebas que podías aportar de que habías perdido en la operación. No nos entendemos.
Cuando queremos castigar a la paloma mensajera y no al responsable del juzgado que le ha pegado a sus patitas el mensaje con la correspondiente filtración intencionada del sumario. Cuando insistimos en querer saber más verdades de las que existen, porque tenemos un video que nos explica claramente que, en cuanto un vehículo terrestre, aéreo o marítimo, dependa de la voluntad o del despiste del que lleva los mandos, será el responsable del accidente, es que no nos entendemos.
Cuando un coche, camión, tren o bicicleta tiene que desplazarse del punto A al punto B, busca en primer lugar, poder hacerlo siguiendo la línea recta que, como sabemos, es la distancia más corta entre dos puntos; cuando, por dificultades orográficas no puede hacerlo así, recurre a curvas, túneles, puentes etc.; a medida que las curvas son más cerradas, la velocidad va disminuyendo, por eso las curvas de los trenes antiguos tenían un radio mínimo de unos 400 metros y ahora los del AVE, son de 7000 metros, ya vemos que hay diferencia. Pues bien, en ocasiones se hacen proyectos que se empeñan en ir por el camino más largo y con más curvas, con la justificación de que así hay más inversión, aunque se llegue más tarde. No nos entendemos.
Cuando pretendemos organizar nuestra convivencia pero no podemos evitar volver a las antiguas revanchas y miserias mezclando nacionalismos, fanatismos, religiones, (donde por cierto, siguen siendo necesarios los milagros para hacer santos) y demás condicionantes que llevan a posturas intransigentes a los políticos que viven opíparamente del erario público para que desarrollen el mandato de la sociedad de solucionar nuestros conflictos, es que no nos entendemos.
Por eso que, cuando despierto por la mañana y al subir la persiana me encuentro con el regalo de un nuevo día, haces el chequeo, ves que, más o menos, las constantes vitales van aguantando, es decir, sigues respirando, sigues caminando y entonces piensas que, a pesar de todo, a pesar de los desencuentros, caídas, zancadillas y falta de entendederas, esto merece la pena.
Pero, por favor, no me pregunten, no me lo expliquen, no me convenzan, no me hagan elegir entre lo malo o lo peor, entre la izquierda o la derecha, entre la estupidez o la imbecilidad, hemos logrado un poco más de respeto y libertad y, como diría el Díez Alegría, yo creo en la esperanza, pero eso sí, ya solo entiendo lo de los amaneceres de cada día, sin entrar en detalles de cómo se producen ni por cuanto tiempo.