Opinión

S.O.S., salvemos nuestros pueblos

De la misma forma que no dudamos en rescatar a un náufrago que se está hundiendo en el río o en el mar,  tendremos que hacer algo parecido con nuestros pueblos abandonados  que se están muriendo  ante la pasividad  de todos. Solo vemos el abandono y la desidia  que reina en nuestro mundo  rural, cuando los incendios que sufrimos  todos los veranos,  originados principalmente por  la despoblación y  el abandono,   nos  muestran esas  escenas  dantescas   de nuestros campos , huertos,  bosques y casas ardiendo.

No podemos quedarnos  a la espera  de  que la Xunta  nos venga a solucionar el problema, ni que tengamos también que esperarle para que nos diga que el suelo industrial ha bajado de precio a la mitad, ni que nos estamos quedando  sin población activa, tendremos que empezar por concienciarnos de lo que podemos hacer directamente nosotros, por nuestra propia iniciativa,   seamos  personas físicas, empresas, asociaciones,  ayuntamientos o comunidades de vecinos que puedan tomar decisiones por sí mismos,  sin consultar con nadie,  después ya gestionaremos los permisos y subvenciones que puedan ser aplicables pero, de momento,  pongámonos a hacer algo ya. Es urgente.

En un excelente artículo  de Gonzalo Gay que leí días pasados en La  Región, nos daba unos datos increíbles,  por no decir alucinantes. En nuestra provincia de Ourense existen  3.634.224 parcelas   que pertenecen a 399.428 titulares cuando por lo visto,  los habitantes actuales   de la provincia son 309.112. Confrontando estas cantidades hay algo que no cuadra, es un poco de locos.   Solamente pensando en las piedras  de los muros que normalmente separan y dividen a esas parcelas, podríamos   construir perfectamente la pirámide de Keops  y competir con Egipto por los turistas, eso sí, habría que traer  también algunos camellos.

Hay algo muy concreto que cada uno de esos 399.428,  o los que sean,  propietarios de esos 3,6  millones de parcelas pueden hacer mañana por la mañana temprano sin consultar con nadie;  reunirse con sus hijos, hermanos, cuñados o vecinos y llegar a la conclusión de  que,  si les queda un poco de amor por su tierra, se den cuenta de que no tienen derecho  a que sigan teniendo sus fincas abandonadas  y que organicen  por su cuenta  una concentración parcelaria automática y capitalista por medio de transacciones, aportaciones, permutas y, en último caso,  donaciones a fondos o cooperativas que puedan tener  algún proyecto  empresarial  viable  una vez eliminados esos aberrantes minifundios que tradicionalmente   han impedido poder  poner en marcha alguna idea que pudiera resultar rentable.

Como decía Kennedy, “No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate lo que tu puedes hacer por tú país”  Hay muchas personas, empresas e instituciones que sí están haciendo cosas en nuestro medio rural,  pero todavía  son pocas.  Alfonso Arias y José Manuel  Anguiano,  con su “A mallada internacional” (puedes ver  su precioso video en su página; www.amallada internacional.com)  sin ninguna subvención  han repoblado cincuenta hectáreas de castaños allá por Larouco en el Barco de Valdeorras,  Aceites Abril con su campaña de plantación de olivos en distintos puntos de la provincia, empresas como Coren,  Grupo Cuevas, Posada etc. Que han llevado nuestras castañas y demás productos de nuestra tierra por el mundo. Enamorados de nuestros  viñedos en O Ribeiro,   como el cineasta José Luis Cuerda, o los bodegueros  de O Ventosela, Tarabelo,  etc., Javier Domínguez en  la Ribeira Sacra, Telmo Rodriguez, etc.,  en Valdeorras, los Mariño, entre otros,  en Monterrey,  agricultores, ganaderos,  cooperativistas,  etc., que afortunadamente todavía nos quedan, verdaderos héroes todos ellos,  pero necesitamos más,  muchos y muchas más. Tenemos que repoblar urgentemente   lo que se ha quedado vacío como Felipe II en el siglo XVI  repobló las inhóspitas Alpujarras  Granadinas precisamente con nuestros paisanos que dejaron pueblos con nombres gallegos por aquellas tierras,  en las faldas de Sierra Nevada,  como Capilleira,  Ferreira, Porqueira, etc  

Como vemos; nada nuevo bajo el sol.

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