Opinión

Batracios

Aunque pueda parecer igual, no es lo mismo comerse un sapo que comerse una rana, aunque los dos sean batracios y a primera vista sea una misión repugnante, de comerse enteros, que es lo habitual. Los más acostumbrados a comerse un sapo y además sin descomponer el gesto, son los políticos, y el que más el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien sus socios en el gobierno y en la mayoría parlamentaria no hacen sino presentarles propuestas o desafíos que solo una persona con mucho estomago es capaz de digerir. Por el contrario, se recomienda comer ranas a quienes son partidarios de procrastinar las tareas más complejas, o más incómodas, o las más desagradables y además tomarlas para desayunar, de tal forma que, una vez ingerido el batracio a primera hora de la mañana, nada de lo que suceda a lo largo del día puede ser peor, como predice el gran Mark Twain. A nadie le gusta comer anuros por voluntad propia, pero no dejamos de hacerlo.

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