Lo más detestable en política es la hipocresía y el cinismo. También en la política internacional. Por eso son de agradecer las declaraciones del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que se queja de que “en Gaza pruebas métodos no letales y no funcionan”, complementadas por la de la portavoz del gobierno israelí, Michal Maayan, que ha dicho: “No podemos meter a tanta gente en la cárcel". La confluencia de la utilización de métodos letales con el fin de que las cárceles no se masifiquen ofrece como conclusión que el ejército israelí haya causado más de sesenta muertos y casi dos mil heridos tiroteados por intentar acercarse a la frontera de Israel con hondas para la invasión. La repugnancia que provocan esas palabras por las consecuencias que han tenido, provocadas por una actuación unilateral de un Donald Trump convertido en el pirómano mundial, es directamente proporcional a los muertos que provocan.
