Opinión

La interminable guerra de Ucrania

Zelensky ha destituido a su ministro de Defensa. La versión oficial ha sido que Resnikov necesitaba un respiro tras una guerra excesivamente larga, pero los medios de comunicación ucranianos y extranjeros recogen otra versión: en el ministerio se van producido operaciones de blanqueo de dinero y comisiones ilegales en la compra de suministros sanitarios y avituallamiento de los soldados. No se acusa a Resnikov de participar en ese tipo de actuaciones, pero sí de no estar suficientemente alerta con sus subordinados. 

La guerra no parece tener fin, si en sus inicios las imágenes ofrecían la crueldad de los campos de batalla, los bombardeos y la devastación provocada por los mercenarios del grupo Wagner, hoy se asemeja más a una guerra de desgaste con misiles y drones por los dos lados, avances de las tropas rusas, seguidas de su retroceso y avance de las tropas ucranianas, y viceversa. Un dejà vu desesperante que provoca desánimo en las dos partes. Sobre todo en la población civil, que sigue temiendo el reclutamiento masivo de sus jóvenes y no tan jóvenes. Estos últimos días Kiev ha exigido a Polonia que los casi cien mil ucranianos que huyeron a Polonia para no ser obligados a alistarse sean repatriados a la fuerza.

En los últimos días, el mar Negro se ha convertido en un importante escenario naval, con fragatas rusas patrullando permanentemente en sus aguas para detectar drones ucranianos. En dos ocasiones Ucrania ha atentado en el puente que une Crimea -anexionada por Rusia- con el continente y este fin de semana los navíos rusos han destruida varias lanchas de desembarco ucranianas que navegaban cerca de la península de Crimea, de gran importancia geoestratégica.

En la guerra entre Rusia y Ucrania el desgaste es creciente. En víctimas, en coste económico del material bélico, y el también provocado por el destrozo de infraestructuras y de derribos de pueblos enteros y ciudades muy castigadas, por no mencionar las docenas de miles de víctimas mortales civiles.

Zelensky empieza a perder su aureola de héroe, mientras que Putin mantiene el apoyo de su población más por miedo que por respeto. No se han aclarado las muertes de una veintena de sus generales y nadie cree que la muerte de Prigozhin junto a dos de sus más importantes colaboradores mercenarios haya sido un accidente. Es generalizada la convicción de que Putin está detrás de ese atentado.

Por si no fuera suficiente problema para quienes desean el fin de la guerra, Biden empieza a sufrir la crítica de un porcentaje alto de estadounidenses, que no ven fin a una contienda que costea fundamente su país, el principal suministrador de armas y servicios.

Se acerca el tercer invierno en guerra. Ni Rusia ni Ucrania pensaban que iba a prolongarse tanto tiempo.

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