Opinión

Trump sigue a lo suyo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no está resultando nada imprevisible en su primera gira fuera de Estados Unidos. Distinto es que sus posiciones sean las adecuadas y las que se necesitan para resolver los problemas que la comunidad internacional tiene, o directamente, los que crea él mismo. Trump está siendo él mismo –en su peor versión- porque en su reunión con los aliados de la OTAN dijo lo que estaba en el guión, que hay 23 estados que no contribuyen de forma suficiente y que es preciso que aumenten el gasto en defensa para disminuir el peso que recae sobre los ciudadanos estadounidenses a través de sus impuestos.  
Se trata de un análisis sesgado y manifiestamente mejorable, pero el populismo del presidente estadounidense es lo que tiene, que sus propuestas militares crean de momento más problemas que soluciones, y las que se atisban no auguran su pacificación, con respecto a los focos de conflicto tanto en el Pacífico con Corea del Norte y China, como con Rusia donde es preciso mantener las política de sanciones que aplica la UE mientras no se aclare el conflicto ucraniano y los países bálticos encuentren la tranquilidad que demandan ante la proximidad del oso ruso. Además, la confusa relación de su administración con el régimen de Vladimir Putin tampoco contribuye a reforzar la confianza europea en Trump.  

Las supuestas críticas a Alemania por su superávit comercial con Estados Unidos que tanto preocupa al proteccionista presidente norteamericano, que se han tratado de minimizar por los representantes de las instituciones de la Unión Europea, desvelan un desconocimiento y un desprecio a la importancia de este país como aliado primordial a este lado del Atlántico tras la Gran Bretaña del Brexit. La diferencias entre el trato recibido dado a Barack Obama por Angela Merkel ante la puerta de Brandenburgo antes de las cumbres de Bruselas y Taormina son tan evidentes sobre las relaciones de la canciller alemana con ambos que no requieren explicación.

La Cumbre del G7 en la ciudad siciliana tampoco empezó con buen pie por la falta de sensibilidad diplomática del presidente norteamericano y sus modales de sheriff. Y en todos los aspectos que debían abordarse en la cumbre, inmigración, terrorismo y cambio climático, Trump mantiene unas posiciones tan individualistas, del negacionismo a los muros antiinmigración o los deslices en materia antiterrorista que han perjudicado a Israel y Gran Bretaña en  la lucha contra el Estado Islámico en Oriente Medio y en los países objeto de atentados, que la aplicación de los acuerdos adoptados generan más dudas que certezas.  

Donald Trump ha demostrado en su visita a Oriente Medio y a Europa lo que es, lo que piensa y sobre todo sus intereses particulares en contra de los de la comunidad internacional, a la espera de que un mayor conocimiento de los asuntos que se trae entre manos lo atemperen, o que los países desarrollados decidan plantarle cara en defensa de los propios intereses y valores occidentales.   

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