Opinión

La cultura sobrevive

Haces una mudanza y descubres la cantidad de cosas que decidiste guardar. La mayoría no sabías ni que existían y menos por qué  llegaron hasta ese cajón. Te detienes en una pequeña caja y rebuscas. Encuentras la entrada de aquel concierto cuya música te ha acompañado durante años. Si cierras los ojos puedes revivir la ligereza de los cuerpos al bailar, sin preocupación alguna que perturbara ese instante. La música, piensas, ha estado presente en tristezas profundas, en alegrías desbordantes y te ha regalado recuerdos cuando los necesitaste. 

Descubres un marca páginas. Pensabas que lo habías perdido. Regresas al libro que lo guardó durante tanto tiempo. Él y tantos otros te contaron historias que te hicieron viajar, imaginar otros mundos, conocer incontables personajes y hasta descubrir gastronomías más exóticas. Te ayudaron a evadirte de tus problemas y te ofrecieron un espacio propio.

También ves el ticket de una sesión de cine. No sabes de qué película. Es lo de menos, porque el cine te ha dado tantas cosas que no podrías ni enumerarlas. Te ha hecho llorar y reír, y las dos cosas al tiempo. Te ha contado de infinitas maneras  lo cotidiano, lo extraordinario, la historia o la ficción y te ha he hecho traspasar la pantalla. 

La caja guarda el programa de mano de una representación teatral que emocionó al público hasta hacerlo llorar. Saliste impactada y durante días  reflexionaste sobre la propia humanidad. Así es el teatro, pura vida. Lo último que encontraste fue la invitación a una exposición colectiva. Fue una experiencia extraña y revives de nuevo aquella sensación que te hizo sentir tan viva. 

Por un momento piensas que tú eres la caja y que a lo largo de los años has acumulado muchas piezas de cultura. Entiendes que no sólo te han hecho crecer, también te han dado herramientas para entender el pasado, disfrutar el presente y caminar al futuro. Te han multiplicado las miradas con las que ver el mundo, han agitado tus ganas de conocimiento y te han hecho menos manipulable. Piensas que sin la cultura, a lo mejor, serías un poco peor persona,  pero no dudas de que serías una persona mucho más triste y vacía. 

Hay quienes la acusan de buscar únicamente subvenciones. Un pequeño ejemplo muy simplificado: las ayudas a la creación escénica que concede  la Xunta tienen un presupuesto de 800.000 euros y con contrapartidas para los beneficiados. El plan Renueve de la comunidad para subvencionar la compra de un coche nuevo, de cualquier tipo de tecnología de propulsión, está dotado con tres millones de euros. 

Así que quienes repiten que la cultura es algo inútil y la menosprecian no son de fiar, la temen y pueden llegar a ser peligrosos. Porque si ha sobrevivido hasta ahora, por algo será.

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