Opinión

Antimilitaristas

Como me considero de izquierdas y bastante de izquierdas nunca he entendido la fiebre antimilitarista de cierta izquierda española reciente. No comulgo con eso. Ya he dicho más veces que yo entré en la mili hippie antimilitarista y salí de la mili hippie promilitarista. Y la mili que yo hice en el Pirineo en un destacamento de alta montaña fue en un ejército antiguo, no en el profesionalizado de hoy.

Hace unas semanas ,el periodista Ángel Tristán escribió un artículo en The Huffington Post cuyas palabras suscribo totalmente. Un artículo sobre las opiniones de tantos “bocazas de la izquierda” (Ángel Tristán los llama así con precisión quirúrgica) que criticaron en su momento el discurso de Felipe VI en la pasada Pascua Militar en que el rey -lógicamente pues en la Pascua Militar no iba a hablar de la historia de TVE ni de la pintura barroca- habló de dotar de más medios y recursos a las Fuerzas Armadas. Si les interesa el tema vayan a la fuente que para eso doy las referencias.

La matraca antimilitarista de tantos ilustrados de izquierdas me ha parecido siempre, ya me lo parecía de chaval, tan tonta como la de alguien que está en contra de los bomberos hasta que se incendia su casa.

Dudo que ningún abuelo de los que nos quedan que vivieron la Guerra Civil esté en contra del ejército. Y me refiero a abuelos de ambos bandos. 

Pero a estos pacifistas de salón se les llena la boca con ideas de paz, buenas intenciones y una ramita de olivo en el pico como palomas blancas de Picasso. Olvidando a los voluntarios de las brigadas internacionales que vinieron a España en la Guerra Civil, y olvidando también lo que le decía la dama Eowyn en “El Señor de los Anillos” al Mayoral Médico de las Casas de Curación de Gondor: “Señor Mayoral, para que haya guerra basta un enemigo, no dos. Y también el que no tiene espada puede morir bajo la espada. ¿O acaso querríais que los hombres de Gondor solo juntaran hierbas mientras el Señor Oscuro junta ejércitos?” 

Sin soldados, sin cañones, sin bombas nunca hubiéramos acabado con el nazismo. Sin bomberos nunca hubiéramos acabado con el incendio. Los últimos que quieren una guerra son los militares, porque son los primeros en morir en ella.

Por eso me molesta que tantos a los que yo debería considerar correligionarios resulten tan estúpidos sobre ese tema opinando con la altura intelectual de un escarabajo de la patata. Mucho libro, pero poca cabeza.

Todos queremos la paz pero la paz no es gratis, hay que currársela.

En su artículo, Ángel Tristán cita una frase de un alemán anónimo de los años 50 que no me resisto a reproducir aquí: “Mejor tener un misil americano en el jardín de casa que uno ruso en el techo.”

Supongo que se habrán dado cuenta ustedes, creo que está claro, de que este artículo trata sobre... la guerra de Ucrania.

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