Opinión

En defensa del buzoneo

Siempre me han asombrado esos carteles que ponen algunas comunidades de vecinos que dicen “no se admite publicidad comercial”, o bien “este edificio no acepta el buzoneo”, y otras versiones parecidas de lo mismo.

Como esas absurdas papeleras metálicas fuera del portal clavadas en la pared a media altura, para que los repartidores dejen allí sus folletos. En mi casa hay una de esas que claro está nadie usa, siempre está vacía y para lo único que sirvió cuando se puso fue para afear el portal y para que el que la puso se sacara unos cuartos. Por cierto que en la próxima reunión de vecinos tengo que acordarme de pedir que la quiten, ¡jo!

Hace tiempo un vecino me soltó una breve y encendida filípica en el ascensor contra aquellos del edificio que abren el portal a los currantes del buzoneo. Puse cara de póker y le di la razón en todo asintiendo en silencio con la cabeza. Más que nada porque yo soy uno de esos que abren el portal, y total el vecino se iba a largar en unos segundos en cuanto llegáramos a su piso así que no merecía la pena discutir. Ciao, ciao, adiós, que tengas un buen día.

Tal vez sea porque he sido publicitario durante años, aunque en mi empresa nunca hicimos buzoneos, pero me intriga qué hace o piensa exactamente el que dice que no quiere publicidad. ¿No ve la tv? ¿Ni escucha la radio? ¿Ni está en redes sociales? ¿Ni sale a la calle que está saturada de vallas y carteles publicitarios? ¿La compra del súper la hace con los ojos vendados? ¿Su coche lo elige al azar? ¿O solo le molesta la publicidad del buzón? Esto me resulta muy misterioso. Y también una enorme contradicción. Tal vez lo único que espera encontrar ese personaje en su buzón son facturas y recibos del banco, lo que no me extrañaría. Es lo que hay hoy.

Yo también tiro los folletos del buzón a la papelera inmediatamente, sin verlos, pero pienso en los chicos/as que se han pateado la ciudad cargados con una pesada mochila para sacarse unos euritos al mes. Por eso siempre les abro el portal cuando llaman al telefonillo. Porque están trabajando y ganándose la vida como pueden.

Precisamente ayer por la mañana me llamó uno, muy educado además.

– Hola. Buenos días. ¿Podría abrirme el portal por favor?

– ¿A qué piso va? (esta pregunta mía era retórica).

– No, perdone. Solo voy a dejar publicidad comercial en los buzones.

Por supuesto le abrí.

– ¡Gracias!

Alguien que como mi vecino dice no querer recibir publicidad en su casa porque le molesta, es alguien que en el fondo desearía vivir en la Unión Soviética de Stalin o en la China de Mao, en las que ¡cuidado! no es que no hubiera publicidad, sino que solo había una publicidad. Solo una, siempre la misma. Y tenías que tragártela por narices porque... el buzón eras tú.

Te puede interesar