Opinión

El tipo de Burgos

Está claro que el burgalés que hace unas semanas mató de un puñetazo a otro se supone que porque la víctima era de Valladolid es, aparte de un homicida, un imbécil.

Pero no deberíamos de menospreciar el hecho en sí y su significado. La historia de la humanidad está llena de imbéciles asesinos. Y también por supuesto de millones de inocentes que murieron a manos de aquellos simplemente por ser rubios, o morenos, o judíos, o gays, o negros, o católicos, o mujeres, o hijos de alguien en concreto, o por tener un apellido y no otro, o por discrepar, por no jurar una bandera o por cantar o no un himno determinado. O por ser zaristas o bolcheviques, o de San Sebastián o de Oviedo que esos odios, no lo olvidemos, suelen ser bidireccionales.

A mi abuelo, que era maestro, en la guerra lo llevaron al paredón unos exaltados armados con fusiles que lo conminaron a descolgar el crucifijo de la pared de la escuela (con los niños dentro) y él se negó, era un hombre muy religioso. Lo salvó in extremis el alcalde del pueblo, amigo suyo y por cierto comunista. 

Años después, ya en el franquismo, le pasó lo mismo pero al revés. Lo denunciaron varias familias de chavales de la escuela acusándolo de brujería, porque hacía jugar a los niños pequeños en el cole con cubos de madera de colores con letras y números pintados que fabricaba él mismo. Supongo que a aquellos padres les pareció aquello un misterio cabalístico incomprensible, y las torres y construcciones de cubos de madera obra del diablo. En fin.

Al burgalés no deberíamos tomárnoslo a la ligera. Es una señal. Cada vez hay más tipos así por aquí. Y por supuesto Burgos no tiene la culpa.

Aquí hay señores y señoras, incluso en el Congreso, que sostienen que los menores inmigrantes son delincuentes por definición, que las mujeres que abortan son asesinas, que dar educación sexual en los colegios es un asco, que el proyecto de la Unión Europea es una mentira, que hay un arte y una cultura inadmisibles y no se pueden representar ni deben existir, que la libertad solo tiene que ser la suya, pero no la de los demás. 

O sea, como ese tipo de Burgos que le da un puñetazo en la cara a otro y lo mata simplemente porque el otro era de Valladolid.

Pues ya me dirán ustedes. Si los de Burgos matan a los de Valladolid por ser de allí, los de Ávila podrían hacer lo mismo con los de Albacete, los de Coruña con los de León, o los de Lleida con los de Zaragoza ¿no?

Y así, poco a poco, tacita a tacita, acabaremos haciendo un mundo precioso y una España que nos va a quedar como una foto de lujo de Anne Leibowitz. 

Seguro que nos dan el Photo Press o el Photo National Geographic del año. Ya verán.

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