Opinión

HDLGP

Yo no digo tacos. Es muy raro. Para soltar un taco tengo que pillarme el meñique con una puerta. 

Sin embargo no tengo inconveniente en emplear uno por escrito cuando es necesario. A fin de cuentas los tacos y las palabras malsonantes como se las llama, están en el diccionario como las demás y tienen su utilidad igual que las otras. Tan estúpido es no emplearlas nunca como hacerlo constantemente. Conozco a personas que no saben hablar sin introducir en su discurso un taco como ¡puta!, ¡joder!, ¡coño! u otros así en una de cada cuatro palabras. Y conozco a otras que solo saben decir como mucho ¡córcholis!

Por supuesto que entre esas distintas actitudes a la hora de hablar hay gente estúpida y otra inteligente, los tacos no tienen nada que ver. Aunque su conversación a algunos nos resulte en ambos casos lingüísticamente poco enriquecedora esa no es la cuestión. Hay gente que dice ¡joder! constantemente y hay gente que dice ¡córcholis! una vez al año. Y en ambos grupos hay personas interesantes con opiniones interesantes, aunque las expresen verbalmente de tan distinta manera.

La primera vez que una editorial, Destino, me firmó un contrato y me pagó por un libro que por cierto nunca se llegó a editar, en un viaje a Barcelona entré en el despacho de mi editor y me lo encontré con las paredes atestadas hasta el techo de originales cosidos con gusanillo, debía de haber unos trescientos. ¡Uau! ¿Qué es esto? le pregunté. Los originales que se presentan al Premio Nadal, me contestó tan tranquilo. ¿Y tienes que leerlos todos? repliqué yo admirado. Respuesta: Sí. Hago una selección, después otros hacen otra selección de esos y al final los dejamos en treinta para el jurado. Todo en tres meses.

Yo estaba alucinando, no podía dejar de mirar las columnas de libros. Aquello era una locura. Le dije: Pero ¿cómo haces?, lees las primeras diez líneas de cada uno y si tienen veinte faltas de ortografía o una mala sintaxis van a la papelera ¿no?

Y esta fue su contestación: No, no se puede hacer eso. Hay que leerlos hasta el final. Nosotros somos una editorial. Si el texto está mal escrito podemos arreglarlo, pero no somos escritores y puede que la historia sea fabulosa.

Parece que me he ido por las ramas, pero no. El otro día un ministro ruso en un acto retransmitido por televisión se dedicó a descolgar de un árbol de Navidad en el Kremlin cartitas escritas por niños que pedían un regalo por esas fechas. Cogió una, la leyó en voz alta y resultó que era de un niño ucraniano que quería un cohete. Se dirigió a cámara, suponemos que al niño, y le dijo: pues si quieres un cohete... vas a tener muchos.

Bien. Retomo el tema de los tacos. Titulé este artículo con un acrónimo, HDLGP, porque doy por hecho que todo el mundo sabe lo que significa: Hijo De La Gran Puta.

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