Opinión

Ni yo tampoco entiendo

Ni yo tampoco entiendo si se me abre el grifo y sale una bala tras otra bala, / si abro la puerta y se nos entra el fusilado, / si la cierro y se me queda fuera el dedo, / si unto amor en el labio entreabierto y nada, / si miro al muro y todavía distingo los boquetes, / tampoco entiendo el tiro de gracia, el tema 83, la democracia, el ácido sulfúrico, los ceros, el tacón, las hambres, el casamiento orgánico; / de este mundo los dos sabemos poco, pero estamos aquí, obligatoriamente obligados a entenderlo.”

Este es un poema de Rafael Ballesteros que siempre me ha fascinado e intrigado. Hace muchos años que no leo poesía aunque fui, creo que puedo decirlo, un gran lector de poesía cuando era joven. Pero un mal día perdí, no por mi voluntad, ese click mental que te hace sumergirte en ella, en la poesía, y disfrutarla. 

Me pasó lo mismo o algo parecido con el comic. En mi biblioteca hay unos cuantos cientos de libros de poesía que no he vuelto a leer nunca, y también una buena colección de comics como los ochenta primeros del Capitán Trueno, todo Tintín, casi todo Astérix, etcétera. Pero ya no puedo leerlos. El digamos juego mental o truco espontáneo y casi inconsciente de tu mente por el que leyendo los bocadillos de texto y viendo las imágenes de las viñetas hace que te sumerjas en la historia como si fuera una película, ya no funciona para mí hace mucho. A las dos o tres viñetas me aburro. Los únicos cómics que he podido leer con devoción en los últimos años fueron Maus, Persépolis, y una recopilación de Anarcoma, el disparatado personaje creado por el loco Nazario en los setenta.

Tampoco leo casi novelas desde hace años. Solo ensayos o libros de divulgación científica. Supongo que con la edad me vuelvo cada vez más niño, y tan solo me interesan los animalitos y las plantas como cuando era un enano y me metía escarabajos, saltamontes y ranitas en los bolsillos que cazaba en los alrededores del río Araujo en O Rosal (Pontevedra), junto a la casa de mi abuela.

Vale. Confieso y perdonen ustedes pacientes lectores, que mi intención inicial al empezar este artículo era escribir sobre la actualidad política en la España de hoy, sobre la amnistía, las manis de la derecha, el nuevo o no tan nuevo Gobierno, los cayucos que llegan a Canarias cada día, las listas de espera de la sanidad pública, o si los niños deben de tener un smartphone antes de los catorce. Y no sobre poesía o comic, ni sobre mis manías que son muchas y a ustedes no les interesan. 

Pero no he podido. Me ha salido el precioso poema de Rafael Ballesteros, porque yo tampoco entiendo.

Y visto lo visto en la actualidad nacional, creo que nuestros políticos de todo signo... tampoco entienden.

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