Opinión

Pam

La secretaria de estado del Ministerio de Igualdad (o de Desigualdad ya no se sabe), una tal Pam que creo es de Vigo o de Pontevedra eso da igual, se está luciendo últimamente de lo lindo. Deberían mandarla al Club de la Comedia, un programa que por aburrido yo no veo desde hace miles de años, desde el Jurásico creo, tendré que preguntarle a Spielberg para estar seguro de la fecha. Me da que Pam encajaría bien en el Jurásico con todos esos diplodocus, velocirraptores, pterodáctilos y tiranosaurios corriendo por ahí como locos.

La señorita Pam, ¡Pim, Pam, Pum!, sostiene que es trágico que las mujeres españolas prefieran obtener placer sexual con un hombre a hacerlo con un satisfyer, un aparatito de plástico a pilas a fin de cuentas. ¡Jo, pues claro, dónde va a parar! No hay comparación. El aparatito de plástico es mucho más cómodo y después se guarda en el cajón de la mesilla. En cambio al hombre hay que aguantarlo por toda la casa el resto del día.

Otra de sus fabulosas y originalísimas ideas es la de que las madres de aquellos varones que no le caen bien a ella deberían haber abortado en lugar de cometer el error de traer a sus hijos al mundo. Una aportación brillante a nuestra historia que mejoraría mucho los métodos de Hitler, Stalin o Pol-Pot, ya que te ahorras la alimentación, los cuidados y estudios que hay que pagarles a esos indeseables antes de liquidarlos por fin en la edad adulta.

O sea que Pam, que se oculta bajo la hábil tapadera del Ministerio de Igualdad, en realidad es una artista conceptual revolucionaria cuyas obras deberían exponerse en los museos como el urinario de Duchamp. Entonces la llamaríamos “La Gran Pam”, la artista que cambió el curso del arte y la filosofía del siglo XXI y nos abrió los ojos a la modernidad.

Pero la obra verdaderamente extraordinaria de “La Gran Pam”, la que nos deja a todos sin aliento y hará pasar a esta mujer a la historia es que sin haber dado un palo al agua en su vida, jamás ha trabajado en nada, se ha hecho con un sueldo de 120.000 euros anuales. Eso sí que tenía que estar en Arco, en el Reina Sofía, en el Pompidou, en el Moma y en la Frick Collection, como aquella famosa obra de Warhol que consistía en un simple fajo de miles de dólares colgado de la pared.

A mí las ideas de Pam me recuerdan una famosa canción de la Transición que se titulaba “Libertad sin ira”, concretamente un verso que decía así refiriéndose a la aturdida y resignada sociedad que heredamos del franquismo: “Yo solo he visto gente muy obediente hasta en la cama”. Empiezo a sospechar que Pam es franquista.

Supongo que si ella llega a leer este artículo, lo dudo, no le gustará. Pero bueno... siempre puede recurrir al satisfyer. El que no se consuela es porque no quiere. 

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