Opinión

Retratos literarios

El retrato, me refiero al retrato literario, es un género que casi ha desaparecido en los últimos tiempos o siglos. Fue un género destacado en los siglos XVI y XVII pero hoy, arrollado por las sucesivas revoluciones de la fotografía, el vídeo, el cine o la imaginería visual de las redes sociales se ha convertido en una reliquia. Ya nadie escribe retratos.

 Yo escribí un libro casi de retratos que se titula “Príncipes de Tabagón” sobre mi familia y amigos de cuando yo era niño. Pero trampeé. No es exactamente un libro de retratos literarios. Los retratos literarios son marcada y claramente físicos, por eso se llaman retratos, y los de mi libro no lo son.

Uno de los retratos literarios más famosos de nuestra historia y que la mayoría conocemos bien es el que hace don Miguel de Cervantes de sí mismo en el prólogo de sus Novelas Ejemplares que dice así: “Este que aquí véis de rostro aguileño, frente lisa y desembarazada, nariz corva, barbas de plata que antes fueron de oro (lo que nos aclara que era rubio), boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos pues ya tiene solo seis...” Bueno, etc., el que quiera y tenga ganas que se lo lea entero.

  Pues bien. Ese autorretrato de don Miguel hecho con palabras nos da una idea bastante clara de cómo era en persona a esa edad. Físicamente quiero decir. Y ese texto permitió a pintores y grabadores construir los retratos de él que conocemos. En realidad no hay ningún retrato real de Cervantes que le hiciera nadie en vida, como no hay ninguno de Shakespeare tampoco. En aquella época los únicos que podían pagar a un pintor por un retrato eran los reyes y ricos. Esas imágenes que tenemos en la mente, tanto las del escritor español como las del dramaturgo inglés, las construyeron artistas a partir de sus palabras. Nunca los retrató nadie. Nunca les hicieron una foto ni los pintó ningún pintor en vida. Nunca se hicieron un selfie con un fan.

El otro día leyendo cosas por ahí me encontré con un retrato literario fabuloso, con todas las de la ley. Un retrato como los de antes. Está preciosamente escrito por Antoni Puigverd, un periodista de La Vanguardia. Y es un retrato de Núñez Feijóo. Con el permiso del autor, que no tengo y al que no conozco en persona, lo reproduzco aquí porque es un retrato perfecto y le envidio no haberlo escrito yo.

“Feijóo tiene un rostro de pájaro desconfiado y reticente. Sonríe poco, frunce las cejas, tiene la mirada oblicua del suspicaz. Parece un ave de presa, pero también alguien que teme ser robado. Ni cuando sonríe libera los músculos del rostro. Es distante y circunspecto como un agente de servicios funerarios. Recuerda a Macbeth, no por la oscura ambición sino porque también a Feijóo las meigas parecen haberle inoculado recelos y cautelas.”

Me quito el sombrero. ¡Uau! Eso es un retrato ¡sí señor!

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