Opinión

No aprendemos

Cuatro años después las urgencias de los hospitales de toda España vuelven a estar colapsadas. Es evidente que la situación no reviste la misma gravedad, pero los médicos y enfermeras cierran las Navidades otra vez desbordados.

Demasiado ha tardado la ministra de Sanidad, médica, por cierto, en recomendar el uso de mascarillas en centros sanitarios y grandes aglomeraciones. Se agotan en las farmacias las pruebas del covid y de la gripe porque, ahora sí, nos entran los nervios.

Pero, ¿qué ha pasado con las campañas de inmunización? ¿Por qué no se ha vacunado nadie? Bueno, sí lo han hecho los mayores de sesenta y cinco años. Las siguientes generaciones han decidido que ya está bien de vacunas y pinchazos y que la pandemia es historia.

Y es verdad que los virus que nos están avasallando no tienen la gravedad del covid del horror del año 2020, pero la gente que ocupa camas en los pasillos de urgencias está ahí porque tiene complicaciones añadidas a la infección que se hubieran minimizado solo con vacunarse.

Seguramente, todos recuerdan la ansiedad con la que hace solo tres años esperábamos la llegada de las primeras dosis de Pfizer, Moderna o AstraZeneca. El escándalo de ver cómo algunos cargos políticos, municipales y locales, además de alguna jerarquía religiosa o militar, se saltaron las listas de espera, impacientes por lograr la inmunidad. La sociedad tiende a hacer borrón y cuenta nueva en cuanto las tragedias aflojan. Se olvidan los muertos, los triajes en los hospitales y los aplausos a los sanitarios.

Esto último seguro que se le ha olvidado al paciente que amenazó esta semana en el hospital de La Paz, en Madrid, con “liarse a tiros” si no le daban el parte médico. Probablemente no se leyó los objetivos de la Comunidad de Madrid con la campaña de vacunación con el objetivo de “prevenir la enfermedad y disminuir la gravedad y la mortalidad de la misma”.

El sistema Nacional de Salud recomienda vacunarse, no solo a los mayores sino a todos aquellos con condiciones de riesgo, embarazadas, convivientes con trasplantados, personal sanitario, trabajadores de los servicios públicos etc.

Ante el excedente de vacunas, no parece que Sanidad se haya tomado muy en serio insistir en la necesidad de pasar por el ambulatorio para recibir el pinchazo, y ahora estamos como estamos.

Y como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, si los científicos, que alertan de la posibilidad de una nueva pandemia, aciertan, nos pillará a todos inermes, indefensos y exigiendo atención al personal sanitario. No aprendemos.

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