Opinión

90.000 euros de nada

¡Ay, qué lástima lo de Rodrigo Rato! ¡90.000 euros de nada y a prisión! ¿Qué bagatela es esa para alguien tan potentado como él? Mamandurria, que diría su fiel Esperanza Aguirre, que se muere de pena al pensar en Rodrigo metido en una celda, compartiendo comedor con malevaje sin modales, escapando en el patio de la cárcel de chusma maloliente y sudorosa de la que ignoraba siquiera su existencia en este mundo. Por unos míseros 90.000 euros gastados en whiskies, joyerías y productos delicatesen, todo un ex vicepresidente de Gobierno, ex ministro de economía, ex director del FMI y ex presidente de Caja Madrid (y luego Bankia) va a pisar en breve la trena. Tanto “ex” de postín y de nada sirvió para atemperar la rigidez de la ley y así evitar la entrada en chirona. Porca miseria.

Qué injusta es a veces la justicia. 90.000 euros son para  Rato lo que 100 euros para usted y para mí. Si nosotros no vamos a la cárcel por cien míseros  euros, a qué viene que Rato entre en prisión. Sí, Esperanza, rota de dolor, dijo que le daba “mucha pena esta sentencia que implica cárcel por 90.000 euros… Y no sé si las cárceles están para 90.000 euros que se han devuelto”. Bueno, para ser exactos, fueron 99.054,59 euros los gastados por Rato en el uso fraudulento de las tarjetas black de las que, además de él, disponían a su antojo altos directivos y consejeros de la entidad que él presidía. Es cierto que devolvió el dinero cando fue pillado, pero no antes; también que el gurú económico del PP en el mandato de Aznar entrará en prisión por haber cometido un delito de apropiación indebida de forma continuada (es decir, no aisladamente) mediante el uso de una práctica de percepción opaca al fisco, fraudulenta y nociva para una entidad crediticia a la postre rescatada con 22.000 millones de dinero público, sistema ilícito que, si bien venía desde el año 1985, él amplió conscientemente (esto es, dolosamente); y que ha sido declarado responsable civil solidario por la cantidades que se trincaron durante su mandato (y aquiescencia) cuyo montante asciende a 2,6 millones de euros (bastante más de los 90.000 euros que la Sra. Aguirre dice maliciosamente). Y esto es solo el principio del calvario judicial que le espera de aquí en adelante a Rodrigo Rato por otras y graves causas penales. 

Las palabras nunca son inocentes, por eso siempre somos responsables de lo que decimos; Esperanza Aguirre (paradigmática representante del ala más conservadora de la derecha española, de corte elitista y ultra liberal) piensa de verdad que nuestra cárceles no están para gente (su gente). que roba 90.000 de nada (la simplificación de la conducta delictiva de Rato que subyace en la quejumbre de la Sra. Aguirre es asombrosa) ¿Para quiénes se construyeron  las cárceles? Pues ya se sabe, para trileros de barrio, drogatas, asesinos y violadores. ¿Qué pinta entre ellos el delfín de Aznar, artífice del milagro económico español (convertido en desastre al sustentarse en el ladrillo especulador), el único director español en la historia del Fondo Monetario Internacional (tachado de inepto por ese mismo organismo por no haber vislumbrado siquiera la crisis financiera internacional durante su mandato) y el presidente de Bankia al tiempo de su salida a Bolsa, un fraude que se llevó por delante los ahorros de miles de pequeños inversores y accionistas? Gente como Rato nunca debería entrar en prisión. 

Ningún cuerpo aguanta el tránsito desde la moqueta del despacho presidencial en la planta más alta de un rascacielos al frío colchón de la celda común. Aquí solo deben ir a parar los huesos de los vetados por cuna a la opulencia y a la gloria, pues el que nunca tuvo nada, ¿qué cosa entre rejas podría añorar?

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