Opinión

¿Es ese el camino?

Cuando un jugador de un equipo, por las razones que sean (porque está molesto por no jugar, porque sospecha que el entrenador le tiene ojeriza, porque no está de acuerdo con la posición que ocupa en el campo, porque quiere aumento de sueldo, etc,…) hace declaraciones públicas en distintos medios de comunicación mostrando su malestar con la marcha del equipo, o con el trato que él recibe personalmente, inmediatamente se enrarece el ambiente en el vestuario, se crispa, se producen desencuentros en el seno del grupo que afectan al rendimiento y dificultan seriamente la consecución de los objetivos marcados a comienzo de temporada. Entonces, con razón, se alzan voces sensatas dentro de él que apelan a la tranquilidad del equipo, a situarse por encima de los individualismos, a mostrarse de cara al público como una piña, y a remar todos en la misma dirección. Y si esto es conveniente siempre, se torna indispensable en vísperas de un encuentro de máxima importancia, como puede ser la final de un campeonato internacional. Claro que puede haber distintos puntos de vista, ¡faltaría más!, sobre la estrategia a seguir; mas ello, si acaso, se debate a puerta cerrada, tras la que se intercambian opiniones, hasta que todos asumen como propia la táctica a poner en práctica. Y tratan luego de evitar la insana manía de enviar «recados» a través de la prensa, o hacer «comentarios» lapidarios publicados en las redes, que no son sino carnaza barata, y yesca que aviva el incendio mayor.

Y a propósito de esto, ¿qué estáis haciendo con el PSOE? ¿Qué hacéis? ¿De verdad creéis que hemos de dar las gracias a los que se sintieron engañados por no favorecer en su día la investidura de Rajoy? ¿De verdad, sr. González, tiene más valor su decepción por no ver al fin gobernando al PP, que la de millones de votantes del PSOE, a los que se les dijo durante la campaña que su voto nunca serviría para que siguiera gobernando la derecha? ¿No es eso pecar de orgullo y egolatría? ¿Hemos de estar agradecidos al sr. Cebrián por sus infames editoriales, cuando ha tenido la poca vergüenza de convertir el grupo Prisa en el boletín oficial del Ibex-35, quién te ha visto y quién te ve, querido periódico, que tantas magníficas tardes de fin de semana nos regalaste con tu buen hacer a tantos lectores antaño? ¿De verdad hay que poner la otra mejilla a los que abofetean desde sus baronías (qué contraste tan curioso ser «barón» y socialista a la vez) y se rasgan las vestiduras ante el intento de gobernar con los que llaman radicales, con esos mismos a los que no dudaron en acudir tras las elecciones autonómicas y municipales para formar con ellos un gobierno de progreso? ¿Cómo justificar ese cambio torticero de parecer? ¿Y hay que aplaudir a los que, dentro del partido, esperaban con el cava enfriando en la nevera a que el PSOE se estrellara en Galicia y en el País Vasco (cuanto peor, mejor, pensaban), y ahora exigen responsabilidades y se muestran contritos, sin asumir en cambio ni un ápice de su responsabilidad por llevar tanto tiempo confabulando y mostrando públicamente su malestar? ¿Es que nunca vamos a aprender? ¿De verdad creéis en serio que ese es el camino a seguir? 

Por respeto a los militantes. Por respeto a los votantes. Por respeto a los que aún creen que este partido merece la pena. Por respeto a los que en lugar de separar tratan de unir. Por respeto a los que siendo críticos, son también constructivos. Solo a estos se deben dar las gracias. Y no a los que, por ejemplo, creen de modo soberbio que su voluntad vale más que la de millones de votantes. De sufridos votantes.

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