Opinión

Críticas infundadas

Mal pensados. Estoy rodeado de gente con mala baba, de peña que ante la duda siempre se pone en lo peor. Y así no hay quien levante la moral. Esta gente insana, en lugar de reconocer los méritos de quien hace denodados esfuerzos por mejorar la cosas, se pone a criticarlo con saña, sin el más mínimo margen para la compasión. Ya he leído críticas furibundas, fuera de lugar, a nuestro ex ministro europeo Cañete; sabrán que tras ser designado responsable de cambio climático y energía en la Comisión Europea, vendió unas acciones en dos empresas petroleras por aquello del qué dirán y de que nadie piense que en su nuevo cargo va dejarse tentar por intereses espurios. ¡Muy bien, Cañete! Pero hay quien dice que tenía que haber hecho eso mismo cuando era ministro español; ¡incrédulos!, sabed que cuando en el consejo de ministros se trataban temas sobre Energía, Cañete decía “Mariano me voy, que ni mentar nada quiero sobre el tema”. Y allá se iba tapándose los oídos para evitar malos pensamientos. Recelosos, pedid perdón y dejad de denostadlo sin razón.

Pero no solo en un bando caen chuzos, pues he escuchado el cachondeo que algunos se gastan con la entrada en directo del nuevo líder socialista en el programa de culto “Sálvame” conducido por el histriónico Jorge Javier Vázquez, en medio de la polémica de altos vuelos que en él se mantenía sobre la vergüenza del Toro de la Vega. ¿No os dais cuenta de que hoy, en este país de mediocres, ese presentador es el álter ego de la poderosísima Oprah Winfrey? ¿No sabéis, ignorantes, que nunca seréis un personaje relevante si Jorge Javier no se mofa de vosotros, no os caricaturiza, o ya puestos, no os invita a su plató, cúspide de la nueva modernaquetepasas cultura de España y olé? ¿Qué más da lo que hacía el candidato a gobernar el país viendo ese programa? El caso es, como él bien dijo, hay que llegar allí donde estén las masas, aunque dé noxo pensar que millones de ciudadanos con derecho a voto emboban viendo esa bazofia. Y es que si muchos comen mierda, a lo mejor el rarito es el que dice que el plato huele mal.

Y los agoreros siguen escudriñando en busca de la mofa cruel: dicen estos canallas que Gallardón debe dimitir porque ha quedado desautorizado tras no aprobar el Gobierno el proyecto de ley de reforma del aborto, su apuesta estrella. ¿Dimitir? ¿Pedisteis su dimisión cuando propuso esa contrarreforma, y ahora que el Gobierno la deja en la cuneta también pedís que se vaya? Sois como el perro del hortelano, no hay quien os entienda.

Pero para críticas infundadas hacia personas insignes de este sorprendente país, tenemos las lanzadas al pobre Rouco Varela: lo han puesto de vuelta y media porque, aunque ya no es arzobispo de Madrid, se ha enrocado en el palacio episcopal (de aquí no me mueve ni mi jefe, o sea ni Dios, ni ese papa rojeras), y ha pedido además mantener chófer, secretaria y dos monjas que le cuiden. ¡Normal! Dada la deriva atea del gobierno, dada la derrota de su amado Gallardón, y dado el peligro que se cierne sobre este país, que puede convertirse en la nueva Sodoma y Gomorra que propalan los diablos de Podemos, ¿cómo va a abandonar su palacio y mando? Ese discurso franciscano de la iglesia de los pobres que siempre quiso Jesús está muy bien para soltarlo en el tercer mundo; así los niños negros y nativos, aunque se mueran de hambre con el vientre hinchado, se morirán con el consuelo celestial. Pero aquí no, aquí no podemos permitirnos esta pérdida, quedarnos sin el semblante inquisitorial y las arengas apocalípticas del arzobispo emérito. “¡Ay, Rouco, qué poco te entienden! Tus caprichos no son nada si con ellos salvas la moral maltrecha de la otrora reserva espiritual de Occidente. Pide, pide más y se te concederá.

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