Opinión

Limosna cautiva

Resulta que los más viejos del lugar se han echado a la calle para protestar. Qué les parece; se hacen notar con megáfonos, pancartas, silbatos y consignas, aguantando la lluvia y el frío, pero con el corazón caliente, su mirada al frente y la cabeza bien alta. El Gobierno de España les envió hace poco una carta en la que les anunciaba que sus pensiones subirían durante el 2018 un 0,25%. Carta con su membrete oficial y solemne, no crean, que viene a fijar la postura del PP en materia de pensiones en este país, que podemos resumir en la frase “jódanse ustedes, esto es lo que hay”. Como respuesta a esa afrenta nuestros mayores han levantado su voz para denunciar la “subida de mierda de las pensiones”». Y ahí los tienen, que ayer me mezclé entre ellos y los había de toda clase y condición, reclamando respeto y justicia social, unidos por un objetivo común, hartos de tantos engaños y palabras falaces. Luchando, ni más ni menos, por conservar eso que llaman dignidad. Cómo no darles razón.

En Ourense la pensión media es de 672,54 euros; la subida del 0,25% la sitúa ahora en 674,22 euros, o sea, 1,68 euros más en el bolsillo al mes para desmelenarse, viejo, que no se diga. ¡Ay!, pero esperen, que me olvidaba: durante el año 2017 el IPC —ya saben, el precio de pan, leche, huevos, luz, agua, pollo y demás productos básicos— subió un 1,7%, así que los pensionistas habrán perdido entonces un 1,45% de poder de compra, y aquella pensión media del orensano de 672,54 euros, aun tras la subida, será realmente de 662,68 euros si la ligamos al índice del coste de la vida. Para rematar estas insultantes referencias estadísticas les diré que en los últimos cinco años el IPC subió en España un 3,2%, y Rajoy subió las pensiones solo un 1%, por lo que en este lustro a mi maltrecho pensionista orensano le habrán sisado, de su ya modestísima pensión, casi quince euros al mes en capacidad adquisitiva. ¡Qué cuajo se gastan! 

Y ahora desde el Gobierno, ¡venga!,  pidan de nuevo el voto a los pensionistas como ya hicieron en el año 2011 cuando eran oposición; cuando les prometieron que blindarían su capacidad de compra. Aquellas frases huecas de Cospedal, González Pons, Soraya y Rajoy —las pensiones son la “línea roja” que nunca traspasaremos, decían rimbombantes, suplicando el voto—  eran pura soflama electoralista. Un burdo engaño. ¿Les engañaron, verdad? Se burlaron de los más viejos del lugar, y lo siguen haciendo ahora cuando les dicen que ojalá pudiesen subirles más las pensiones pero, ¡mire usted!, las cuentas dan lo que dan y España no se puede endeudar más. Les engañan y les llaman tontos a la cara cuando, al mismo tiempo, regalan 63.000 millones a la banca y 4.000 millones, solo por ahora, a las concesionarias de autopistas quebradas (hablando de engaños, también nos mintió descaradamente De Guindos, a punto de estrenarse como Vice del Banco Central Europeo, pero eso no se lo tenemos en cuenta, todo sea por la Patria, tan en boga últimamente).

Sí, resulta que a los jubilados y pensionistas los podemos engañar constantemente porque siempre nos votarán, deben de pensar. Son nuestro caladero de votos, nuestra novia más fiel, por eso no los tenemos que mimar ni «rescatar», bastará darles una excusa contable, qué sé yo, una contención del déficit, para que acepten la limosna cautiva, ese 0,25% de mierda, para que nos vuelvan a votar. Nunca alzarán la voz como jóvenes alborotadores. Nuestros mayores son como Dios manda, que diría Rajoy, y nunca nos van a fallar.

Muchos viejos del lugar se han echado a la calle para protestar. Quizás hartos de aguantar como Dios manda. Hartos de recibir limosnas en pago de votos que les dicen cautivos. Votos de voces que ahora elevan protestas, y por eso alguno se ha puesto a temblar.

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