Opinión

Marcianos

No teníamos bastante con la que está cayendo por estos lugares, corrompidos por la estupidez, la falta de escrúpulos, la envidia, la inmodestia, la incultura, la injusticia y el odio entre pueblos y razas, que además tenemos ahora que preocuparnos, no ya por la existencia de vida en otros planetas, sino por una posible invasión de la Tierra por extraterrestres, hipótesis que alguien tan avezado en esa lides como es Stephen Hawking las acepta como perfectamente racionales. Añade el científico que esa suerte de abordaje terrestre por seres llegados de otras galaxias produciría un resultado equivalente al que se dio tras la llegada de Colón a América, “algo que no salió bien para los nativos americanos', ironiza Hawking. Nos consuela al decir que la mayoría de esos extraños seres serían microbios o animales simples; pero advierte sobre la posibilidad de que algunas de esas vidas sean inteligentes y constituyan una amenaza a la humanidad, por lo que debemos evitar el contacto con ellas.

No pongo en duda, osado sería, su consejo; pero pensando un poco, no sé yo si, dada la escasez de sentido común bien constatable entre nosotros, no nos vendría bien que nos deleitaran con su presencia esas otras vidas que anidan Dios sabe dónde. Y también, de paso, contagiarnos algo de su minerva, tan escasa entre los terráqueos. Miren, lean, escuchen a su alrededor, y se darán cuenta de la pobreza intelectual y emocional que preside nuestro vagaroso camino. Sean críticos con ustedes y con los demás, no se queden en la superficie visible, escudriñen los adentros, y descubrirán la petulancia, la atrevida ignorancia, y la perfidia que contamina el día a día, para nuestra desesperación. Porque no es sino malvado quien justifica una aviesa conducta con el pobre argumento del “y tú más”; porque canalla es quien toca a rebato cuando se critica a los poderes públicos, y en cambio se lanzan malignas sospechas sobre aquéllos si uno es el acechado; porque cínico parece quien presume de comportarse con honradez, cuando ello debe ser más obligación que virtud, si se sirve al bien común. Porque insolidariamente se comporta quien desea el mal colectivo a cambio del bien individual, aun a costa de la desgracia de aquéllos ante quienes se postula como salvador de la patria. No sé qué podemos temer de una invasión externa, si a veces nos comemos los unos a los otros, si los que han de resolver nuestros problemas se enzarzan en discusiones chabacanas y groseras en lamentable espectáculo (¡qué fauna, pardiez, puebla las Cortes, con sus bufidos, su chocarrería , sus bostezos, sus ausencias, su pobre lenguaje..!); ¿qué perderemos en la mezcolanza galáctica si aquí me importa poco lo que le pase al de al lado; si mi trabajo, o la falta de él, depende de la inspiración o avaricia que tenga un agente de bolsa al otro lado del océano? ¿Qué peligro correremos si nos visitan desde el Universo, cuando ahora un país entero, sus gentes, dependen de lo que decidan en sus lujosos despachos los directivos de una agencia de calificación de riesgo, capaces de llevar a la quiebra a todo un continente? ¿Es esta la civilización del futuro? ¿Es este el mundo que queremos vivir? ¿Quién sería amenaza para quién?

El físico inglés ha dicho también que será muy difícil evitar un desastre en el planeta Tierra en los próximos cien años. Tan negro lo ve todo. Y de esa hecatombe seremos culpables nosotros, no seres extraterrestres. Aún estamos a tiempo, supongo.

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