Opinión

En el ascensor con el ministro

En algún sitio escribieron, disculpas por no recordar la fuente, que si el ministro Soria entra en un ascensor con tres personas, en el segundo piso ya ha tenido tiempo de discutir con todos. Pues va a poder seguir potenciando su curiosa habilidad de encabronarse porque con la situación de Alcoa tiene un petate macanudo.

El hasta ahora obediente alcalde coruñés, el popular Carlos Negreira, animó a la ciudadanía a sumarse a la manifestación contra el cierre de la planta en la ciudad de la multinacional estadounidense, que en su día fue una empresa pública. Los americanos argumentan que con el precio de la luz no le salen rentables las fábricas de A Coruña y de Avilés, con lo que unos 800 trabajadores se verán en la calle después de estas "Navidades de la recuperación", según proclamó Mariano Rajoy. 

El ministro Soria aduce que la amenaza del ERE no obedece al precio de la energía. La tercera productora mundial de aluminio pujó en la anterior subasta por bloques con incentivos para la planta lucense de San Cibrao y pasó de las otras. Y puede que tenga algo de razón, pero son cosas del duro capitalismo que defiende. La empresa aguarda a que Industria convoque una segunda puja para intentar adjudicarse megavatios bonificados, pero el problema tendrá una resolución temporal, si felizmente la tiene. Habrá otra subasta y estaremos en las mismas si no se pone remedio. 

El alcalde Negreira se va a la barricada con nacionalistas, socialistas y el gremio de mareantes, y al presidente Feijóo le consta el interés del Gobierno para arreglar el conflicto, máxime a las puertas de un año electoral. Pues ya que estamos todos, también sería conveniente exigir a Rajoy una compensación por los costes sociales que supone a Galicia la producción de energía como ha conseguido el País Vasco. Nada más y nada menos. Al primero piso, ministro.

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