Opinión

De género violento

Hay jornadas que cuesta reconocerse como parte del género masculino. Cuatro asesinadas en los últimos ocho días en todo el Estado, además de las mujer de Carballo que continúa en situación crítica tras ser apalizada por su marido en presencia de sus hijos, confirman que la violencia sí tiene género. Cualquier argumento para diluir la violencia machista en el puchero intrafamiliar es agarrar una bandera manchada de sangre.

No hay jornada sin noticias relacionadas con un fulano de mano larga o rápida. La Audiencia de Ourense acaba de condenar a un hombre a cinco años de trullo por abusar en 2018 en Bande de una menor  dormida y ebria. Casos como este dan sentido al lema “sola y borracha” por el que criticaron a Irene Montero, ministra de Igualdad. El juzgado Número 2 de Vilalba condenó ayer a 21 meses de cárcel a uno de los tres acusados de difundir un vídeo sexual sin que la pareja supiese que la estaban grabando en un parque en 2016, pero con el posterior consentimiento del tipo que protagonizaba el acto para ventilarlo por el municipio a través de una red de mensajería. En un juicio celebrado en la sección segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña, la Fiscalía pidió más de siete años de prisión para un hombre acusado de intentar matar a una mujer en el cementerio de Ferrol en enero de 2021. 

El acusado tenía relación de amistad con la víctima, el día de los hechos se dirigió al cementerio de Catabois, donde ella estaba depositando  flores a un familiar fallecido, se acercó para pedirle un beso y al negarse la arrastró hacia el interior de un edificio desocupado. El relato de la Fiscalía resulta estremecedor: “Una vez dentro, con ánimo de atentar contra su vida e integridad, cogió una navaja y comenzó a clavársela por varias partes del cuerpo, llegando a romperse el mango de la misma por la fuerza empleada y tirando a la mujer al suelo. Acto seguido, el procesado sacó otra navaja que portaba y continuó con las puñaladas, llegando a abrirle el abrigo que llevaba para asegurarse de que el filo alcanzaba profundidad”.

Después la empujó por las escaleras y la dejó moribunda. “Se fue quizá pensando que estaba muerta. Si pensara que estaba viva, me remata”, declaró la víctima. “Perdí los estribos”, reconoció el acusado. De género violento.

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