Opinión

El dedo ligero de Tellado

Primero, pensar; segundo repensar; tercero, darle otra pensada y después de madurar la intención, preguntar al responsable de comunicación si se te ha ido el dedo con ese brillante tuit de una contundencia aplastante que pretendes colgar en las redes para descalificar al adversario político. La pinza suele caerse por el impulso y la prisa. El comentario escrito a la ligera permanece como una mancha aunque la conciencia o la oportunidad política acabe borrando el arrebato.

A Tellado no se le ocurrió mejor idea que calentar la sesión con un tuit

El diputado ferrolano Miguel Tellado, vicesecretario general de Organización del PP, acabó estropeando con la mejor de las intenciones la segunda votación de la fallida investidura de Alberto Núñez Feijóo, de la que intentó al menos salir como candidato fiable a la presidencia del Gobierno en caso de repetición electoral o como sólido jefe de la oposición a la espera de su momento. Un pasajero antes de la salida del AVE en Valladolid había importunado al diputado socialista Óscar Puente dándole la turra con Puigdemont cuando se dirigía al Congreso para protagonizar la réplica a Feijóo por encargo de Pedro Sánchez. Su dialéctica había sido dura con el líder del PP en la primera sesión. El tren se retrasó e intervino la policía para que pudiesen  emprender la marcha. El pasajero continuó en Madrid con la chapa, el diputado incomodado presentó denuncia y a Tellado no se le ocurrió mejor idea que calentar la sesión con un tuit: “Son matones de patio de colegio. El nivel de chulería y agresividad de este PSOE es intolerable. Ya no pueden salir a la calle. Por eso Sánchez viaja en Falcon”.

Primero, pensar; segundo, pedir perdón

No se puede pedir lealtad institucional y un nivel de educación aceptable y al instante cargar la tecla como un tertuliano bocachancla. La respuesta de Puente estaba cantada: “Espero que este señor deje su acta de diputado esta misma tarde”. El día antes Daniel Viondi, concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid, le había tocado tres veces la cara al alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Un gesto intolerable que hizo reaccionar al líder regional del PSOE, Juan Lobato, exigiendo su renuncia. El inconsciente concejal dimitió de todos sus cargos, tanto institucionales como orgánicos. Los escraches no son “jarabe democrático”, como dijo Pablo Iglesias antes de padecerlos. Primero, pensar; segundo, pedir perdón

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