Opinión

El líder

Gonzalo Caballero ha conseguido una rentabilidad inesperada de la reunión de cortesía con Alberto Núñez Feijóo para conocerse. Ha mojado dos días consecutivos en los mentideros políticos tras permanecer en un plano discreto desde que ascendió a la secretaría general del PSdeG en las primarias celebradas el pasado mes de octubre. La situación política estatal no le ha ayudado porque la Cataluña independentista es invasiva desde el punto de vista mediático. Caballero tiene que agradecer al presidente de la Xunta que lo postulase como candidato "para ser el líder que necesita la oposición alcanzando acuerdos"; y a los aludidos líderes de las otras fuerzas de la oposición que se hayan sentido ofendidos por el calculado ninguneo del que cuenta con una amplia mayoría absoluta para hacer de Galicia lo que le salga de un pie, como se ha demostrado en la constitución de la comisión de estudio de los incendios forestales en la que Feijóo no comparecerá, como tampoco lo hará el vicepresidente Alfonso Rueda. 

A Gonzalo le costará que no se piense en su tío Abel cuando aparezca el apellido Caballero en una noticia por la prodigiosa capacidad del alcalde de Vigo para atraer el foco aunque sea estropeando un villancico, pero en la entrevista con Feijóo encontró un hueco por el que colarse o se lo mostraron. Otro asunto es ocupar el espacio vacante como líder indiscutible de la oposición, máxime cuando no cuentas con escaño en el Parlamento gallego que facilite la visibilidad durante la petición de cuentas al presidente cada quince días. 

La portavoz del BNG, Ana Pontón, afirmó que estaría "realmente preocupada" si Feijóo la prefiriese a ella. El portavoz de En Marea, Luís Villares, recordó que, aunque empatan con los socialistas en escaños, su formación tiene más votos y en vez de discusión existe el deseo de Feijóo de enfrentarse a rivales dóciles. En el recuento de méritos o de agravios parece estar claro que en la mesa parlamentaria a Xoaquín Fernández Leiceaga, portavoz del PSdeG, le adjudican el papel de cuchara porque no pincha ni corta. Ni para Feijóo ni para Villares ni para Pontón. Caballero se apresuró ayer en matizar que el presidente de la Xunta lo tendrá "enfrente" sin rechazar el diálogo. Hoy Caballero es un poco más conocido, Gonzalo. 

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