Opinión

El peine y la derecha

A Fran la izquierda no le sirve ni para peinarse, como predicaba un emigrante gallego en Argentina que se declaraba admirador incondicional de Manolito. Cada vez que se encontraba con Manuel Fraga en uno de los festines pantagruélicos con los que conquistaba el voto de la emigración, pasaba varios días mostrando la mano que había estrechado la de Manolito. Con José María Aznar al frente del PP, los nostálgicos de los tiempos en los que el 'León de Vilalba' se sentaba en el Consejo de Ministros del dictador Franco se sintieron cómodos en un partido que también consiguió pescar en el centro e hizo guiños progresistas como la supresión del servicio militar obligatorio cuando llegó al Gobierno. Aznar lo hizo y Aznar se lo cargó por mucho que quiera ahora desvincularse de los cerebros de la Gürtel. Mariano Rajoy pagó la cuenta con la moción de censura mientras Aznar sigue azotando al que nombró sucesor con su látigo verbal.  

Fran fue militante del PP, después perteneció a Sociedad Civil y Democracia cuando Mario Conde se presentó a las elecciones gallegas y ahora se ha subido al bote de Vox. Dejó el PP por la corrupción, Sociedad Civil lo dejó a él tras el revés electoral de Mario Conde y de Vox le seduce, sobre todo, la defensa de la unidad de España. Las 12.000 personas que metió Vox en Vistalegre han disparado las alarmas de los populares y de Pablo Casado. Hasta hace poco era la derecha contra varias izquierdas, pero en las próximas elecciones competirán varias izquierdas contra al menos tres derechas. PP, Ciudadanos y Vox picotean en el mismo granero con lo que las mayorías absolutísimas pueden ser historia. Sólo Feijóo, que hoy se enfrenta sin preocupaciones al debate sobre el estado de la autonomía, tiene las llaves del museo. 

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