Opinión

El proyecto Rueda

Alfonso Rueda ha anunciado que no prevé “extenderse mucho” en el discurso de su segundo debate de investidura como presidente de la Xunta de Galicia, el primero con el respaldo de las urnas por mayoría absoluta. Podría soltar “hola y adiós, pasemos a las votaciones sin esperar al jueves”. El resultado sería el mismo, pero hay que cumplir con el reglamento de la Cámara y sus trámites.

BNG y PSOE ya anticiparon su voto negativo antes de escuchar la intervención del candidato y de darle réplica. Es comprensible. Se conocen tanto que incluso podrían jugar a escribir los discursos del otro por sorteo y no habría correcciones significativas. El único diputado que no ha desvelado el sentido de su voto es Armando Ojea, representante de Democracia Ourensana. Parece una manera de reclamar algo de atención cuando te presentaste como decisivo y te quedas en prescindible. Alfonso Rueda será presidente de la Xunta con 40 votos a favor o con 41 de 75 escaños, variación irrelevante cuando el que se presenta cuenta con mayoría absoluta, aunque alguien quiera descifrar en el movimiento el futuro de Ourense.

El único diputado que no ha desvelado el sentido de su voto es Armando Ojea, representante de Democracia Ourensana

El proyecto Rueda no comienza el sábado tras tomar posesión en el Panteón de Galegos Ilustres, rememorando el acto de Fernández Albor de 1982, continúa con su cronograma por mucho que el BNG se empeñe en venderlo como un presidente tutelado por Génova por alargar los plazos de la investidura y haber asistido a la boda del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Hubo otros candidatos para suceder a Alberto Núñez Feijóo al frente del PPdeG y de la Xunta cuando dio el salto a Madrid, pero Rueda, que había aprendido que para ser algo más que “El vice” había que contar con territorio, atajó desde la presidencia del partido en Pontevedra otras opciones más entregadas a la tutela del líder nacional.

Fue con Rueda y no con Feijóo cuando el PPdeG cerró el capítulo del baltarismo, e incluso lo hizo de manera elegante.

Y en cada reto electoral o crisis en la formación supo maniobrar. Fue con Rueda y no con Feijóo cuando el PPdeG cerró el capítulo del baltarismo, e incluso lo hizo de manera elegante. Y fue Rueda el que consiguió recuperar la Diputación de Pontevedra que los populares habían perdido con Feijóo a los mandos, como había sucedido antes con la de Lugo. Rueda puede no ser extenso en un discurso que pretende repetir en cuatro años. 

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