Opinión

Galicia y la selección

Pedriño Villarino, dueño con Brais Maceiras de un garito imprescindible como A Cova Céltica para toda persona que quiera desnucarse en A Coruña, exponía hace unos días tres camisetas de la selección española encima de la barra. Sorprendió porque no van de ese palo. Prefieren patrocinar a la selección galega de fútbol gaélico y en las mesas de su local se reunieron los activistas de Nunca Máis cuando sucedió la catástrofe del buque petrolero 'Prestige'. Uno de los clientes de lengua afilada lo vaciló por la conversión, pero Pedriño explicó que las camisetas con la estrella de campeona del mundo sobre el escudo se las había regalado la firma cervecera Heineken e iban inmediatamente al contenedor de basura.

Ante esa decisión irrefrenable y después de comprobar la calidad del paño, uno pensó que era una lástima que las elásticas acabasen entre los despojos cuando se podía hacer feliz a tres personas. La última vez que el equipo nacional jugó en Riazor la grada se dividió entre los que cantaban "yo soy español, español" y los que replicaban "no soy, español, español". "Llévate una para ti", insistió Pedriño, pero en ningún momento este chófer de anécdotas sopesó ni siquiera la posibilidad de vestirla porque es de los que sólo lo haría si lo convoca Vicente del Bosque y ahora sobran años y faltan piernas. Pero como la cativa había sacado unas notas más que decentes en la segunda evaluación, apareció la idea de hacerle un regalo sin gastar un can. Al dársela, la rapaza examinó sorprendida el premio y espetó: "¿Pero qué quieres que haga con esto?". Tras explicarle que podría vestirla cuando se juegue la próxima Eurocopa y anunciarle que tenía otras dos camisetas para sus colegas devolvió una mirada que indicaba que a su padre definitivamente se le ha ido la pinza.

Y en esas estamos, con tres camisetas de la selección que nadie quiere tras ofrecérselas a una docena de personas. Ni siquiera Omar, el senegalés que cada noche nos cuela un mechero, cree que pueda de sacarle tajada. Las camisetas acabarán en la basura, como era el propósito de Pedriño. Es sólo una anécdota, pero indica que en esta tierra aunque la peña hable menos gallego sí es muy gallega. "¿Y no te han dado una del Dépor?", preguntó la cativa.

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