Opinión

Localismo, agua y ébola

Pues algo tendrá el agua de las ciudades gallegas. Los cativos vienen al mundo con un sentimiento de pertenencia al terruño que ya nos gustaría la misma implicación en la defensa del país. Pero no sucede. Uno es de donde nace y el vecino como si se descuerna contra un 'Dinoseto' vigués, la coruñesa Torre de Hércules, el ourensano puente del Milenio o la muralla romana de Lugo. Ni siquiera hace falta que un Paco Vázquez o un Abel Caballero, fotocopia del modelo ciudad-estado que abanderó el socialista más popular, aviven el localismo. Yaviene de serie. 


La sobrina de unos colegas enfureció hace un tiempo porque sus tíos comentaron durante una reunión familiar el embrujo de Florencia al regreso de un viaje por Italia. "Como 'La Curuña' no. 'La Curuña' es la ciudad más bonita del mundo", sentenció entre hipidos por la afrenta sin necesidad de echar un ojo a las fotos que le querían mostrar para que pudiese comprobar que la belleza de otro lugar no empaña la del propio. 
Ayer Galicia se sobrecogió por un posible contagio de ébola de un hombre procedente de Guinea Conacry que acudió al Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC).

Varios alumnos de ESO comentaron con preocupación la noticia a la salida de un céntrico instituto coruñés, pero el canguelo se esfumó cuando una madre comunicó que el paciente iba a ser trasladado al Hospital Meixoeiro de Vigo. "Ah, en Vigo da igual. Hacen muy bien en llevarlo allí", comentó una adolescente como si estuviera en la grada de Riazor viendo un Dépor contra el Celta. Ya le dijo Paco Vázquez al rey Juan Carlos cuando el petrolero 'Mar Egeo' embarrancó en la afilada costa coruñesa: "No se preocupe majestad, que la nube tóxica va hacia Ferrol". Será el agua.

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