Opinión

"Por menos de mil euros no me levanto"

En el abrevadero hay varios clientes desesperados. Todos siguen los consejos del abuelo Leopoldo Badía, el gurú de una economía doméstica y comprensible. Cada mañana se visten como si tuviesen una reunión crucial para dirigir una multinacional y se instalan en la barra del bar a la espera de que un amigo les brinde una oportunidad laboral. Como se resiste, dedican las horas a destripar el periódico comentando en voz alta las noticias mientras el tabernero va fiando cafés hasta que el día 10 cobren el paro. "Recuerdo cuando antes decía que por menos de mil euros no me levanto de la cama", comenta un tipo mientras espera a que suene el teléfono para avisarle de si hoy le toca echar una mano en una empresa de mudanzas. "Si ahora me ofrecen 600 euros por un trabajo fijo, firmo con los ojos cerrados sin saber de qué tipo de curro se trata. Me vale cualquier cosa", añade.

Algo parecido han pensado los cuarenta candidatos que se han presentado al examen para conseguir una plaza de sepulturero en el Concello de Marín. "Pues a mí también me valía ese puesto", afirma un ñapas fino que acaba de abandonar su trabajo porque le adeudan más de 3.000 euros y está cansado de trabajar sin cobrar. "Pero si se presenta gente con estudios superiores", corrige un compañero de desgracias. "Esos no saben de albañil", añade antes de lamentar que no se haya enterado de la oferta de empleo como enterrador aunque sea en Marín.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó la sesión de control en el Congreso para anunciar un buen dato del paro en la Encuesta de Población Activa (EPA) que se publica hoy. La oposición le afeó que utilice datos que todavía no han sido publicados para defender su gestión y eludir el asunto de la salida de Luis Bárcenas de la cárcel si abona una fianza de 200.000 euros. Puede que la treta de Rajoy con el manejo de datos oficiales no sea respetuosa con las demás fuerzas políticas, pero los buscavidas del bar necesitan muchas buenas noticias de la EPA para no acabar perdidos entre las costuras del mundo.

Ya no sueñan con percibir 1.000 euros de soldada, sino con cobrar algo. Ahora mismo se levantan cada mañana de la cama a cambio de nada.

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