Ya lo advertía René Descartes: "Nunca te fíes de quien dice 'yo soy tonto". Yo no sabía, yo no me enteré, yo ese día no estaba, yo sólo me hice unas fotos pero no tengo gran relación, yo sólo recibí unos correos electrónicos, yo sólo lo he nombrado...
"En cualquier caso, lamento profundamente la situación creada y, en nombre del Partido Popular, quiero pedir disculpas a todos los españoles por haber situado en puestos de los que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos". El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pidió perdón en el Senado un día después de que la 'Operación Púnica' destapase la trama corrupta encabezada por Francisco Granados. Una más. El arrepentimiento público es plausible, las lágrimas como las del líder de los socialistas madrileño, Tomás Gómez, porque han cazado a su amigo el alcalde de Parla con la mano en la saca de las gominolas pueden ser sinceras, pero en cualquier democracia seria los responsables de consentir o de no enterarse de lo que hacían sus chicos habrían desfilado hacia su casa, como mínimo, hace tiempo. Sobran los casos y los motivos.
Resulta que se pasan media vida al lado o incluso han nombrado al que comete piratadas y dicen que no se han coscado de nada. Parecía un buen chico y mira la que ha liado. A estas alturas hasta parece más grave que no se hayan enterado porque demuestra una incompetencia incontestable.
Alternativa Galega de Esquerdas denuncia que la Xunta contrató con la empresa Cofely, "el corazón de la red de saqueo" de Granados, por once millones de euros y la Asociación Galega para la Defensa da Sanidade Pública advierte de que también es adjudicataria de la ampliación del hospital del Salnés y de la construcción de quince centros de salud. El presidente Feijóo tiene trabajo para armar una justificación convincente. También tiene que explicar los correos que le enviaba el militante del PP Gerardo Crespo, el cabecilla de la trama que se embolsó 20 millones por cursos de formación que no se impartieron, detallando la situación de sus empresas. Cualquiera puede remitir un mail al presidente de la Xunta, pero pocos se atreverían a utilizar un tono de compadreo.
La peña ya no se fía de los que dicen que son tontos porque sabe que son unos listos.
