Opinión

A trabajar a Cataluña

Mientras andamos preocupados de si Alberto Núñez Feijóo y Martiño Noriega se entienden, de si el presidente de la Xunta le zoupa otra vez al alcalde de Santiago por no participar en la ofrenda del Apóstol o de si el regidor de Compostela ve más al líder del Ejecutivo gallego que a su pareja, otro tipo de esta tierra de aristas y de artistas ha decidido hacer la maleta como sus abuelos y darse el piro antes de que termine la reunión. Seguramente en la exposición de antecedentes de esta opinión de cada día también usted se haya cansado, por ser delicados, porque seguramente a estas alturas el aburrimiento sea del tamaño que algunos provocan, como el que usted y este chófer de anécdotas sabemos, pero no vamos a desvelar por cortesía.

Pues mientras ellos siguen enredados en lo suyo, en el hacer que se hace, en decidir si es Galicia o Galiza, o en si vamos a misa o pasamos de la chapa del cura, hay un ñapas de aquí que se nos va con categoría de "yo tanto te cocino como te arreglo una tubería o una instalación eléctrica".

No es una pérdida menor. Al tipo le da igual si Artur Mas proclama la independencia o se abraza a la bandera roja y amarilla porque a lo único que atiende es al puchero de su cativo. Es capaz de arreglar lo que le echen y en un hotel de Girona le cuentan que si es trabajador, la previsión es de que se quede muchos años. Lleva un porrón arreglándole problemas a la peña, en muchas ocasiones por la cena y las cervezas porque es consciente de que el que pide auxilio nos es capaz de pagar mucho más. Pero un catalán listo que tiene dos hoteles, y sin verle el careto, le ha enviado ya un contrato indefinido por 1.800 euros brutos al mes, con dormida y comida incluida en la nómina.

Antes de que se vaya este viernes va a dejar preparada la instalación de agua y luz de la casa de un colega al que sólo le va a cobrar 500 euros y también va a alicatar la cocina del garito de unos amigos, obra a la que se había comprometido y no quiere fallar. Su previsión, como la de su jefe, es la de no volver a esta tierra que exporta más hombres que productos fabricados. Es una verdadera lástima porque desde aquí, desde el culo más bonito del mundo, podemos ser centro, pero andamos con las relaciones institucionales.

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