EN CONFIANZA
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ENTREVISTA
Tengo entendido que su amor por la fotografía empezó como un juego de niños… en sentido literal.
Tal cual. Tenía 8 o 9 años cuando me sorprendieron regalándome un juego de fotografía infantil que ya traía papel de revelado para ir haciendo las primeras pruebas. Un par de años después, para acrecentar esa afición que había nacido en mí, me regalaron una ampliadora (un proyector de negativos que se utiliza para obtener copias de los mismos sobre papel y en mayor tamaño). De aquellas usaba cámara de fotos de aficionado, de las de carrete, y empecé a revelar fotos con diez años. En el 79 fui a Barcelona a estudiar fotografía y a partir de ahí empecé a usar cámaras profesionales mientras continuaba con mi afición, una afición que no ha dejado de acompañarme con los años.
Más de medio siglo haciendo fotos y hay cierto tipo de imágenes que se repiten…
Lo que más abunda en mi colección son las fotos a las que llamo “encuentros en la 4º fase”, lo que viene siendo imágenes de fiestas, excursiones, reuniones de amigos… También me gusta especialmente retratar los paisajes, las diferentes zonas de Ourense, el río Miño, los puentes que lo atraviesan –de los que tengo cientos de imágenes-. Siempre llevo encima la cámara y cuando voy de paseo, si algo me gusta o despierta mi interés, disparo.
"Todo el mundo quería salir, posaba, sonreía, buscaba salir con su mejor cara… era otra emoción"
De entre toda su colección de fotos, creo que tienen un espacio destacado las relacionadas con el servicio militar obligatorio, la popular “mili”. Y con anécdota incluida…
Juré bandera un 22 de febrero de 1981, por si no suena la fecha de primeras, basta con decir que fue el día previo al 23F, al intento del Golpe de Estado. A mí me cogió de permiso en Ourense, con la preocupación e incertidumbre de lo que iba a pasar. Finalmente no me llamaron para ir a Madrid. Quince días después ya me otorgaron destino en Astorga donde realicé muchas fotografías que ahora estoy recuperando. Allí era también el fotógrafo del cuartel y era el encargado de tomar todas las imágenes de los desfiles o maniobras que se hacían en el ámbito militar, donde también iba con mi cámara personal. De ahí la gran cantidad de imágenes que tengo de esos momentos.
Imágenes que comenta que está recuperando, ¿cómo es el proceso?
Estoy encantado viendo las caras que teníamos por aquel entonces, siendo unos veinteañeros. Son imágenes de gente de toda España a los que, por desgracia, a la mayoría les perdí la pista. Tan solo tengo contacto con uno de ellos, de aquí de Ourense, y que se va a llevar una sorpresa cuando las vea. Pero en este trabajo de recuperación me gustaría también realizar más adelante una exposición, y puede que a raíz de ella se reconozca en las fotos más de uno. Espero tener todo listo en un par de meses. Sería una bonita forma de celebrar el 40 aniversario.
Esa recuperación se extiende a aquellas hechas en reuniones y fiestas de amigos.
Empecé hace un par de años a escanear. Paré, y ahora vuelvo a estar volcado en la recuperación. Recuperación que va a la par de las fotos que ahora saco ya en formato digital, sin dejar de lado la cámara de carrete.
Sorpréndame, ¿de cuántas fotos estamos hablando?
Llevo escaneados unos 2.000 negativos que voy numerando para facilitar luego su búsqueda. Y aún me queda trabajo para otro par de años…
Y además de hacer fotos y recuperarlas, tiene una “sana” costumbre: entregar una copia de los “cromos” como usted las llama a cada persona que sale en ellas.
Es un pequeño detalle para el recuerdo. La persona que sale en los cromos tiene su copia. Es algo que hago desde siempre.
Entonces, si sumamos las fotos recuperadas, además de las actuales con cámara digital, más las copias que lleva entregadas…
Sumarían más de 30.000 fotos.
Supongo que le será imposible seleccionar alguna en concreto.
Totalmente. Depende de la gente que sale, el momento… aunque ahora que veo las de la mili, y veo las pintas que llevábamos, nuestras caras de niños… no puedo evitar sacar una sonrisa. También me gustan especialmente las hechas a los puentes de la ciudad. Cuando me aburro, siempre acabo haciéndoles fotos.
Es también una buena manera de ver las modas y los cambios sociales y del entorno.
Sin duda, son el reflejo más fiel del paso del tiempo, de como se han cambiado los peinados, la ropa, el calzado… todo. Incluso la actitud ante el momento de sacarse una foto. Todo el mundo quería salir, posaba, sonreía, buscaba salir con su mejor cara… era otra emoción. Tenía la sensación de que esa imagen y ese momento iban a quedar para siempre, y querían aparecer.
Antes era más difícil eso de repetir la foto hasta que todos salgan bien. ¿Se ha llevado alguna sorpresa cuando revelaba fotos?
Alguna sí. De todas maneras, la gente se preparaba para ese momento, porque era difícil hacer una segunda foto. No se corrían tantos riesgos.
¿Cuál es motivo de que le atraigan especialmente las fotos “sociales”?
Son amigos, conocidos… y son el testimonio de un momento feliz que queda ahí para recordar 20 o 30 años después.
Los tiempos evolucionan y la posibilidad de hacer una foto está al alcance de cualquiera con un móvil en la mano. Pero, con todo, supongo que sigue habiendo ciertas claves para un buen resultado.
Un buen encuadre es fundamental. Con todo, las cámaras y teléfonos te ofrecen funciones que te ayudan a hacer buenas fotos aunque no domines mucho los secretos y las técnicas de la fotografía.
Además, está en marcha un invento muy particular para navegar por el Miño.
Estoy ultimando una especie de bicicleta o patín para ir sobre el agua. Ahora estoy con unos detalles de flotadores para que quede más vistosa. Espero estrenarla este verano.
Se puede decir que la exposición con las imágenes recuperadas de la mili es su proyecto más inmediato. ¿Se le suma alguno más?
Seguir escaneando mi colección de fotos. Y puede que antes de acabar el año pueda hacer una exposición con las fotos de las pandillas. Me animan mucho a que haga público al menos una parte de la colección de fotos. Son retratos de muchísima gente de la ciudad en sus años jóvenes y estoy seguro que les encantará recordar.
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