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OURENSE CF
O Couto adelantó sus fiestas. Otra vez. En lugar de las orquestas, el perrero y las atracciones, fue el fútbol el que puso es espectáculo. El Ourense CF subió la temperatura en una jornada que arrancó gris y lluviosa, que empezó por la tarde y terminó con la noche encima. Los azulones siguen con su idilio copero, con ese “extra” que hace olvidar por unas horas que la vida en la Liga no está siendo tan maravillosa. Otro Primera División que hinca la rodilla. El Real Oviedo tuvo poco de Oviedo y menos aún de Real. Todo gracias al buen hacer de un cuadro ourensano que le puso la sonrisa en la cara a su gente. Y es que, es sabido, que el licor café entra mucho mejor que la sidra.
“¿Cómo aguantará el césped?”. Fue la pregunta más escuchada en los aledaños de O Couto antes de que empezase lo bueno. Más incluso que el “¿no está Cazorla?” de alguno con edad suficiente para haber visto al menudo atacante, ayer ausente, reinar con La Roja. Y es que serán cuatro partidos en menos de una semana. Un régimen laboral que haría tiritar al Ministerio de Trabajo. Sobre el verde se puso ver un espectáculo de primera: de División contra RFEF. A un lado, el bando ourensano apoyado por un público que ya se está acostumbrando a ver a “nobles” en vivo y en directo. Al otro, unos ovetenses que se desplazaron en buen número y enfadados con su nuevo-viejo entrenador, con banderas mexicanas para hacerle la pelota a la propiedad y con un recuerdo al mítico Dubovsky en forma de pancarta.
Fotos por aquí, selfies por allá. Todo bajo una lluvia constante que asomó la cabeza todo el día para recordar que estamos en otoño estacional y en invierno horario. Las bombillas de pasillos y cabinas aparecían como recuerdos de la época del añorado CD Ourense, haciendo ver que eso de la eficiencia energética le suena a chino.
Con todos sentados, arrancó lo bueno. Golpes de unos, respuestas de los otros. Un mejor Ourense CF veía como la ocasión de prolongar el sueño se esfumaba. Pero como decía la mítica pintada italiana, “Sei bella come un gol al 90”. Empate en el último suspiro y a la prórroga. Y ahí los del “exiliado” Dani Llácer se comieron al Oviedo como si fuese un cachopo en pleno ayuno intermitente.
Hubo tiempo hasta para que la afición corease con “olés” su juego. También para que cantaran “A Segunda” a un rival tocado y, veremos, si hundido. Eso sobró, como hizo notar el temperamental Amin a su gente. Mejor celebrar lo propio que vacilar lo ajeno. Por haber, hubo tiempo hasta para que llegase el 5-2 de un penalti que tuvo debate/discusión para tirarlo, pero Guerrero lo erró.
Daba igual. La fiesta estaba lanzada y montada. Una alegría para un Ourense CF necesitado de ellas. Y, claro, toca pensar en lo que viene por delante a efectos coperos. “A la próxima ronda invitamos al Celta de Vigo”, decían dos veteranos mientras buscaban su coche en la embarrada trasera del estadio. Los criterios de proximidad del sorteo lo hacen muy posible si los celestes no la lían en su eliminatoria. Porque los ourensanos siguen en pie por méritos propios. No dejan de lado una copa que no les deja resaca alguna. El domingo vuelve la batalla liguera, pero la afrontarán con un chute de confianza mayúsculo.
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