Marcelino Cortina: 'El emigrante me merece el máximo respeto'

ENTREVISTA

El asturiano Marcelino Cortina es un escritor que ha irrumpido en el panorama literario español con fuerza. Primero con “En blanco y negro” y hoy con su segunda entrega “Los santos son de madera”, centra la trama de sus novelas en la cuenca minera asturiana.

Marcelino Cortina presenta su segunda novela, Los santos son de madera
Marcelino Cortina presenta su segunda novela, Los santos son de madera | Juanjo Dorado

El asturiano Marcelino Cortina es un escritor que ha irrumpido en el panorama literario español con fuerza. Primero con “En blanco y negro” y hoy con su segunda entrega “Los santos son de madera”, centra la trama de sus novelas en la cuenca minera asturiana. Conocedor de la realidad emigrante ha regalo ejemplares a los principales centros asturianos en el mundo para que los emigrantes se recreen con sus tramas policiales en la Asturias de los años 70 y 80. En la Semana Negra de Gijón (del 4 al 13 de julio) presentará su nueva novela al mismo tiempo que retoma, en La Nueva España, a partir del 8 de julio, una entrega semanal con una nueva aventura de Bernardo Bédavo, al más puro estilo galdosiano.

Los santos son de madera da continuidad al personaje de Bernardo Bédavo, un atípico inspector de policía de los años 70 y 80. ¿Quién es Bernardo?

Bernardo Bédavo es una persona muy particular, tanto desde el punto de vista personal como desde el profesional. Humanamente, pese a ser nacido y criado hasta su adolescencia en El Entrego, en plena cuenca minera asturiana, se aleja mucho del estereotipo estándar allí: no bebe, apenas come y es más bien introspectivo y reflexivo. En lo profesional, Bernardo entra en la policía con 21 años en 1976, poco después de morir Franco, y viene con una mente abierta y muy poco relacionada con el modelo policial del franquismo. No arrastra prejuicios ideológicos y, además, tiene mucho interés en nuevas técnicas policiales que sus compañeros, y sobre todo sus jefes, no comprenden ni aceptan.

En esta segunda entrega la acción se sigue desarrollando en Asturias, en la cuenca minera, entre El Entrego y Gijón… ciudades con especial significación para Usted…

Sí, en las novelas con Bernardo Bédavo como protagonista, las ya escritas y las que vengan, el entorno minero es imprescindible. El Entrego en particular. Es una decisión que tomé desde el principio. Allí me crie y crecí hasta los dieciocho años en que fui a estudiar fuera, allí siguen mis padres hoy en día, igual que mucha de mi familia, y de allí son mis amigos de siempre. Los casos de Bernardo pueden llevarle a otros sitios, como Roma en En blanco y negro o Gijón en esta segunda novela, pero todo girará siempre en torno a El Entrego, tanto su vida como los asuntos policiales. En Los santos son de madera la elección de Gijón fue además motivada por la tradicional relación entre la cuenca minera y esta ciudad asturiana. Muchas personas de El Entrego y otros sitios de la cuenca han acabado viviendo en Gijón, yo mismo tengo un piso allí y, además, existe el vínculo minero, pues La Camocha, en las afueras de la ciudad, es otra de las importantes zonas carboníferas asturianas.

Su primera novela, En blanco y negro, fue definida como una novela “noir minero”, todos aquellos lectores que la lean entenderán rápidamente el porqué de la definición… en Los santos son de madera ha decidido centrar menos en las minas la acción, aunque siguen muy presentes…

Cierto. En la primera novela las muertes que captan la atención de Bernardo tienen lugar en todos los casos dentro de los pozos mineros, lo cual enfatiza aún más el carácter de “noir minero”. En esta segunda entrega las muertes suceden fuera de las minas, pero poco cambia en cuanto a que la mina lo envuelve todo. Hay que pensar que en la cuenca minera asturiana, en aquellos años (1981), el 80% de la población vivía directamente del carbón; en Gijón, como gran ciudad que era, la cosa estaba más diversificada, pero, aún así, la mina de La Camocha empleaba a más de mil personas: era una de las grandes empresas de la ciudad entonces. De esta forma, es natural, y en mi caso intencionado, que el entorno minero fluya y esté muy presente en toda la acción.

El escritor publicará a partir del 8 de julio una nueva aventura de Bernardo Bédavo por entregas semanales en La Nueva España
El escritor publicará a partir del 8 de julio una nueva aventura de Bernardo Bédavo por entregas semanales en La Nueva España | Juanjo Dorado

Una de las cosas que llaman la atención es el empeño descriptivo de los lugares en los que sitúa la acción. El lector se traslada a las calles de El Entrego o pasea por el muro de San Lorenzo y ve claramente la iglesia de San Pedro… casi hacemos turismo con Bernardo Bédavo…

Es verdad que sería turismo retrospectivo, porque Bernardo y el resto de los personajes se pasean por El Entrego y el Gijón de 1978 o 1981, pero hay bastante de eso, sí. Yo pongo mucho empeño en que el lector “vea” lo que yo veo cuando escribo o lo que los personajes ven cuando evolucionan por la novela. Esta perspectiva visual, incluso cinematográfica, que me gusta mucho, es la que propicia que los lugares acaben apareciendo ante los ojos del lector. Al menos lo intento, es cierto.

Y ese empeño descriptivo también lo aplica a los personajes y en particular a algunos personajes que son mal llamados secundarios-pues tienen una importancia capital- como Pepe el Minero, Tino o Lucía… ¿cómo trabaja la construcción de los personajes? ¿a partir también de una realidad como los lugares que describe?

En las novelas de Bernardo Bédavo hay personajes que existieron en la realidad, algunos incluso viven todavía hoy en día, algunos salen con su nombre, como Josefa, la Miguela que es un importante personaje secundario en las dos novelas, o Manolo, el Camioneta que sólo aparece en Los santos son de madera. Otros que salen son reconocibles en el entorno local aunque sus nombres no aparezcan. Para todos ellos, puesto que los conocí, los rasgos responden siempre a su propia personalidad.

¿Y los personajes clave?

Los personajes clave de la novela, tanto el protagonista indiscutible, Bernardo, como esos secundarios de lujo, como Pepe, Tino, Lucía, Granda o Peláez, son todos de ficción. Son fruto de mi imaginación y dediqué bastante tiempo a perfilarlos física y psicológicamente antes de escribir. No totalmente, porque la acción a veces te lleva a descubrir cosas de los personajes en el mismo proceso de escritura, pero sí en muy buena medida. Es algo que me gusta mucho y a lo que dedico tiempo: quiero que mis personajes sean reconocibles y me gusta saber cómo son antes de “moverlos” por las novelas. Algunas de sus características sí que es cierto que pude tomarlas prestadas de personas que conozco o conocí, pero otras muchas son totalmente invenciones mías.

Cada novela le obliga a un importante trabajo de búsqueda para ser lo más fiel posible a lugares, momentos y personajes… ¿cómo organiza el trabajo, la búsqueda de información, el tiempo de escritura…?

Efectivamente, procuro documentarme bastante antes de empezar a escribir. Los lugares donde sucede la acción son todos conocidos por mí personalmente, muchos de ellos en la propia época en la que transcurre la trama. Además, una tarea que se me ocurrió antes de empezar con la primera novela y he seguido realizando es la de leer los periódicos del momento. Tomo nota de noticias reales, tengo en cuenta cosas tan simples como los anuncios que se publicaban, las películas que se exhibían en la cartelera de los cines, cosas así. Esto me ayuda mucho a ubicar a los personajes en un entorno que pretendo lo más real posible para el lector. Finalmente, solo cuando he ubicado todo esto y que puede durar unas cuantas semanas, comienzo a escribir. Un primer manuscrito, teniendo en cuenta que escribo de madrugada algunas horas diarias, antes de empezar con mi trabajo habitual, el de mi profesión, suele llevarme entre seis y ocho meses. El resto, hasta el año o algo más es lectura y reescritura.

Portada de Los santos son de madera que sitúa la trama en la cuenca minera asturiana
Portada de Los santos son de madera que sitúa la trama en la cuenca minera asturiana

¿Es autor de mucha reescritura o de parir versiones casi definitivas?

Hay reescritura, claro. No sé si mucha o poca, pero hay algunos meses de reescritura. A veces descarto capítulos completos y a veces solo son frases o párrafos. Habitualmente construyo un Excel previo a escribir con el detalle somero de cada uno de los capítulos. Esta estructura suelo respetarla cuando escribo, pero es cierto que, en ocasiones, el propio discurrir de la acción y de los personajes me llevan por sitios con los que no contaba de partida. Esto incluye reescritura en ocasiones de algunas partes previas y readaptación del Excel para mantenerlo actualizado y que siga sirviendo como guía para los repasos posteriores.

Quiénes son esos autores que de alguna manera han marcado su vocación…

El primero de todos ellos es Andrea Camilleri. Soy un gran admirador de su obra y, debido a ella, soy igualmente admirador y asiduo visitante de Sicilia, en particular del sur de la isla, donde se ubican los escenarios ficticios creados por Camilleri para su comisario Montalbano. No es por casualidad que Bernardo Bédavo se apellide Camilleri de segundo apellido, y que su madre y su abuelo sean nacidos en el sur de Sicilia y llegados a El Entrego en los años 40 huyendo de la guerra. El italiano que construyó una de las barriadas obreras de El Entrego en esos años existió en la realidad, aunque no tenía una hija y ciertamente no sé si era siciliano ni si venía huyendo de la guerra; esa parte, así como su nombre y apellido, son ficción, pero una ficción que me apetecía incluir como punto de partida para el personaje principal como un cierto homenaje a Camilleri.

Pero no es el único…

Por seguir con la novela negra, hay dos autores más que me gusta citar: Donna Leon, a la cual agradezco muchísimo su comisario veneciano Brunetti; e Ian Rankin, con su detective John Rebus, de la policía de Edimburgo, pero nacido -como el propio Rankin- en Fife, un pueblo cercano a la ciudad escocesa que conozco y que, al igual que El Entrego, vivió durante decenios de las minas de carbón como su principal fuente de empleo. Los dos me entretienen muchísimo y en los dos casos leo todas las novelas que publican como hice en su momento con Andrea Camilleri. Es un trío de autores que para mí serían como un espejo en el que mirarse.

Por último, no quiero dejar de citar a un autor español no contemporáneo que me gusta especialmente: Pío Baroja. Sus descripciones, sus diálogos y su estilo de muy fácil lectura son admirables. Sin duda, un autor del que aprendo con cada lectura.

Recientemente estuvo en la Feria del Libro de Madrid y en las próximas fechas, a principios de julio, presentará su novela en la Semana Negra de Gijón. ¿Qué enseñanzas ha sacado del encuentro con sus lectores en las diferentes presentaciones llevadas a cabo hasta hoy?

Le verdad que los encuentros en persona con los lectores han sido un verdadero placer hasta la fecha. Uno tiene, obviamente, una idea bastante clara de lo que ha escrito, pero no lo sabe con profundidad realmente hasta que los lectores hablan. Yo no tengo redes sociales por decisión meditada de hace mucho (trabajo en tecnología desde hace treinta y siete años) por lo que solo a través del encuentro directo recibo las opiniones de quienes leen mis novelas. Y hasta el momento lo recibido es extraordinariamente positivo, lo cual, para un escritor novel es oro molido en cuento a moral para seguir escribiendo.

En cuanto a enseñanzas, la más importante de todas es la que viene de las apreciaciones de los lectores sobre los personajes. Ver cómo cosas que tú sabes de los personajes pero no has detallado muy explícitas sí que son percibidas por el lector me resulta muy interesante. Al igual que lo contrario: comprobar cómo los lectores aprecian cosas en algunos personajes en las que yo no había reparado, unas acertadas y otras no, claro. Es motivador.

La otra enseñanza importante es doble y me resulta muy gratificante: hay unanimidad en que los diálogos resultan vivaces y realistas y también en que las descripciones de los lugares, singularmente El Entrego, permiten al lector “ver” la novela. Ambas cosas salen continuamente cuando hablo con lectores y de las dos me siento muy orgulloso.

Marcelino Cortina ha hecho entrega de ejemplares de su novela a las bibliotecas de varios centros asturianos en el mundo
Marcelino Cortina ha hecho entrega de ejemplares de su novela a las bibliotecas de varios centros asturianos en el mundo | Juanjo Dorado

Algo a lo que ha prestado especial atención es a hacerle llegar a algunos centros asturianos en el exterior su novela… ¿le interesa la emigración asturiana y española en general?

La verdad es que sí. El emigrante me merece el máximo respeto. Mi padre en los años cincuenta estuvo él mismo en México y tengo otros familiares que han pasado por distintos países de Latinoamérica o Europa.

Yo estudié y trabajé años fuera de Asturias, en Santiago de Compostela, Madrid y Bilbao y, aunque no es lo mismo en absoluto que irse a otro país, siempre me sentí un asturiano en la emigración.

Por ello, porque sé que fuera uno necesita el contacto con lo que has dejado, se me ocurrió la idea de donar dos ejemplares de mi novela para las bibliotecas de los Centros Asturianos más importantes del mundo (por número de socios): Ciudad de México, Buenos Aires y Montevideo. Los libros ya están allí y los responsables de los tres centros me han transmitido ya su agradecimiento. Un trocito de El Entrego llegará de esta manera, a través de la literatura, a los asturianos o descendientes de asturianos en esos países.

Mirando hacia el futuro… ¿quiere seguir con una tercera entrega del inspector Bédavo o va a tomar otra dirección?

Por supuesto. La tercera entrega, de hecho, está a punto de ver la luz. Se trata de una novela corta con la que estoy muy ilusionado porque va a salir de una forma que ahora se ve muy poco: se publicará por entregas semanales este verano en el diario asturiano La Nueva España. Serán ocho entregas, cada martes a partir del 8 de julio.

En este folletín, titulado Ha dejado de llover, el lector encontrará una nueva aventura de Bernardo Bédavo en El Entrego que espero provoque ansia por abrir el periódico cada martes para ver lo que va sucediendo.

Volver al esquema clásico, usado tantas veces por Galdós o Baroja, es algo que me produce una enorme satisfacción.

Ah, y no quiero terminar sin decir que la cuarta novela, ésta larga, normal, digamos, de Bernardo Bédavo, está también en proceso. Aún pasarán varios meses antes de que vea la luz, porque me encuentro ahora mismo trabajando en el capítulo tercero -y serán veinticinco-. A ver si puede salir en 2026, espero que sí.

En paralelo intento escribir algunas otras cosas, pero es pronto para hablar de ellas. El universo Bernardo Bédavo me ocupa mucho tiempo de escritura, pero no todo. Así que confío en sorprender a los lectores en los tiempos venideros.

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