Opinión

Sublime decisión

Como era de esperar, el foco de la actualidad más polémica e intensa se ha trasladado a Cataluña en función de los resultados transmitidos por sus urnas en sus elecciones autonómicas. Es cierto que esos resultados pueden influir en los designios que el destino prepara para el presidente del Gobierno, y seguramente es esa influencia la que aporta a los números brotados de las urnas catalanas un plus de trascendencia. El horizonte político es tan complejo que Pedro Sánchez se ve abocado a depender de esos resultados para mantener el tipo. Hay quien sospecha que para permanecer en Moncloa, el ladino Sánchez no tendrá ni inconveniente ni remordimiento alguno en sacrificar a Salvador Illa por muy buenos que hayan sido sus resultados, evitando así que Puigdemont se la devuelva suspendiendo su apoyo en Madrid. Hay quien sugiere la posibilidad de un tripartito compuesto por PSC, ERC y los Comunes que permita el gobierno de Illa. Y hay quien está convencido de que la repetición electoral es poco menos que inevitable. Hace unas horas hemos sabido que el desastre electoral de Esquerra se ha llevado por delante a Pere Aragonés –quien renuncia a su escaño y se retira de la política activa- y a continuación conocemos que Puigdemont hará efectivo su concurso a la presidencia de la Generalitat oscureciendo un panorama que no tiene buena pinta y va adquiriéndola peor a medida que transcurre el tiempo tras el fin de la jornada electoral.

Lo verdaderamente cierto es que desde hace cinco años, Cataluña se ha sumergido voluntariamente en una parálisis que le ha costado la ruina y que ha conseguido acabar con su liderazgo económico e industrial. Ese cerril empeño por la consecución de una independencia impuesto a yunque y martillo ha propiciado la fuga masiva de empresas a otras demarcaciones, ha hundido su sistema financiero, ha descontrolado su turismo, ha desarticulado sus infraestructuras y ha afectado negativamente a su ámbito cultural y social, a su sistema escolar y universitario, a su propuesta de ocio y a su futuro en general, como se encargó de recordar y prometió recuperar el ganador en la noche electoral. Esta situación no afecta al resto de los territorios del país sino a los catalanes. Ellos son dueños de su futuro y son ellos los que se juegan el porvenir. Al resto, poco nos va en esta apuesta. Yo, la verdad, me siento muy agradecido.

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