En A Ponte, este lunes era día de guardar. La procesión de Frei Canedo recorrió las calles del barrio para recordar, una vez más, la vida y obra de la milagrosa y “caralluda” -sin entrar en detalle- figura pontina, a quien se le atribuyen hechos milagrosos como convertir el agua del Miño en vino. Para honrarlo, la fiesta empapó Canedo y sus fieles, con los cofrades al frente, auparon al fraile. Con cuidado, eso sí, de no destapar el hábito para descubrir su magnífico misterio.
El irreverente Entroido pontino consumó una de sus citas más importantes con la solemne marcha por las calles de Canedo. Fue hace más de dos décadas cuando se encontró parte del aparato reproductor del fraile, que vivió bajo el Puente Romano hace trescientos años. Al menos, eso es lo que cuentan los cofrades, quienes con un simple cocido entre amigos acabaron detonando lo que ahora ya es una fiesta asentada en el calendario entroideiro ourensano.
La marcha también contó con la participación de varios grupos de comparsas. Por la Avenida das Caldas desfilaron fichas de dominó, coches, mariposas y hasta unos reposteros. Todo homenaje es poco, en comparación con… otras cosas.
Fotos: Miguel Ángel.
