A MI AMIGO MIGUEL YEBRA

n n nSeguramente estarás ansioso en recibir nuevas mías. Bien sabes, que la mora, en su acepción más amplia, es mi santo y seña. Adivino cual será el contenido de tu interés. Y ello, por cuanto, desde tu privilegiada atalaya celestial estarás contemplando, preso de inquietud y rabia, la atribulada tierra que, en mala hora, abandonaste.
Tu interés formulado en una pregunta. La misma que me inquirieras al poco tiempo de mi regreso del destierro mexicano. 'Abelardo, ¿sigues teniendo la misma duda de cuando te marchaste?'. Te respondí, 'la mantengo'.

Ya han pasado más de treinta años desde aquel encuentro. El tiempo nos ha ido devorando la vida, en mi caso en lento devenir, y en el tuyo de un modo cruel y abrupto. La existencia se ha ido consumiendo, pero aquella duda, mi fiel amigo, ha permanecido incólume. Parece que, desgraciadamente, goza de inmunidad a la erosión.

Hoy, más que nunca, aquella duda la reformulo, viendo como se hace harapos esta piel de toro por estiletes de mercaderes avarientos, de banqueros sin escrúpulos, de arios rencorosos, con la cooperación necesaria de políticos incompetentes, corruptos, usurpadores de la soberanía popular. El país, parodiando al gran Celso Emilio Ferreiro, yace, hoy, bajo las nalgas puercas de badocos. Y en la línea del bardo de Celanova, es de plena vigencia la estrofa final de su poema 'Cabrón'. Asumimos impertérritos el rol del no ser hamletiano.

No encuentro la respuesta. España es ¿un país de mierda o una mierda de país? De lo que no tengo duda es de que alguien nos está mandando a la mierda. Escatología aparte, a mí como a Unamuno, me duele, y mucho, esta España mía, esta España muerta. Al ratificarme en nuestra amistad que franquea mundos, recibe el abrazo de siempre.

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