Para Carlos Piñeiro, desde el corazón de un deportista para uno de los mejores

Las líneas más emotivas salen cuando las lágrimas invaden esos pequeños o muy grandes órganos humanos, los corazones, y hacen que estos se compriman ante la pérdida de un amigo; esas lágrimas que acompañan siempre a aquel que ha sembrado en su paso por la tierra la honestidad, la gallardía y la hombría de bien. Hoy me sumerjo en ellas ante la partida de Carlos Piñeiro, de ese coruñés al que conocí como piloto de rallyes y admiré como deportista y sobre todo como amigo y hombre de bien.
Se marchó aquel, que en los emotivos años en que el deporte del motor se hacía un lugar en la vida de los gallegos, hacía vibrar a coruñeses y orensanos, a vigueses y lucenses, por sus épicas peleas con su Porsche, su Seat o su Opel con los Peitos, los Benys, los Vilanovas y tantos y tantos pilotos gallegos que disfrutaron siempre de su deportividad y de su compañía y amistad. Se nos ha ido uno de los últimos gentelman driver del automovilismo gallego, se ha ido Carlos, Carlos Piñeiro, ese hombre caliente en el volante y moderado en su circular por la vida. Espero y sé que estará ahora en ese cielo especial que tienen los deportistas de corazón y en la sala de los rallystas ,comentando con Antonio Coleman y 'Lalao' Reverter como hacer llegar a los presentes y futuros pilotos gallegos esa hombría de bien que ellos llevaban tan dentro de sí.

Día triste para mí, día lloros en el cielo gallego, día de emoción para todos aquellos que tuvimos la suerte de ser sus amigos y día de alegría en el cielo de los deportistas porque a él ha llegado uno de los mejores. D.E.P mi amigo Carlos, Carlos Piñeiro.

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