Van a cumplirse 48 años de la clausura del magno Concilio Vaticano II y 50 de la promulgación de la constitución sobre la liturgia 'Sacrosanctum Concilium' (4, 12, 1963), que repetidamente pide que la participación de todos los fieles sea 'plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas (...) y a la cual tiene derecho y obligación, por el bautismo, el pueblo cristiano, linaje escogido, sacerdocio real'.
El documento conciliar sobre los seglares afirma que, por el bautismo, 'han recibido participación en el ministerio sacerdotal, profético y real de cristo'. (AA 2). En la 'Lumen gentium' (constitución base de toda la doctrina conciliar) se subraya que los fieles, por el carácter del bautismo, 'quedan destinados al culto de la religión cristiana' (LG 11).
A estas alturas sólo la ignorancia culpable y/o la soberbia secular 'de estado' pueden explicar por qué algunos 'pastores' en homilías, o en medios de comunicación social, pretenden corregir las expresiones, en boca de 'no ordenados', 'vamos a celebrar la Eucaristía', o en escritos que anuncian, para todos los fieles, celebraciones eucarísticas. En la prensa local ha salido algún artículo que afirmaba que 'el que celebra es el sacerdote, los fieles asisten'. ¿Se identifica celebrar con consagrar? ¿Los fieles sólo somos espectadores? La anemia teológica está reclamando, por ejemplo, el estudio serio de los documentos conciliares. Precisamente Benedicto XVI, en la homilía en la apertura del Año de la Fe, dice que hay que volver a la 'literalidad del Concilio Vaticano II', a su espiritualidad 'para que la nueva evangalización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión'.
A estas alturas sólo la ignorancia culpable y/o la soberbia secular 'de estado' pueden explicar por qué algunos 'pastores' en homilías, o en medios de comunicación social, pretenden corregir las expresiones, en boca de 'no ordenados', 'vamos a celebrar la Eucaristía', o en escritos que anuncian, para todos los fieles, celebraciones eucarísticas. En la prensa local ha salido algún artículo que afirmaba que 'el que celebra es el sacerdote, los fieles asisten'. ¿Se identifica celebrar con consagrar? ¿Los fieles sólo somos espectadores? La anemia teológica está reclamando, por ejemplo, el estudio serio de los documentos conciliares. Precisamente Benedicto XVI, en la homilía en la apertura del Año de la Fe, dice que hay que volver a la 'literalidad del Concilio Vaticano II', a su espiritualidad 'para que la nueva evangalización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión'.
