LA REFUNDACIÓN DEL PSOE

El PSOE está perdiendo su espacio político, al tiempo que el aparato del partido apuesta menos que nunca por la renovación tras los descalabros en el País Vasco y Galicia. Todo se debe a la acumulación de errores pasados, a la falta de discurso identitario y, en buena medida, a su estructura endogámica que lo aísla cada vez más, no solo de sus bases, sino de sus votantes tradicionales y del conjunto de la ciudadanía.
Como un boxeador noqueado, da palos de ciego, muy lejos de un ejercicio de autocrítica lúcida que al menos constituiría un primer síntoma de reconciliación con sus bases y con sus votantes más fieles. Es tal el fiasco que hasta el PP se siente alarmado ante el posible hundimiento del principal partido de la oposición, por aquello de cuando veas las barbas de tu vecino... Su caída podría presagiar el fin de un bipartidismo sucesorio muy conveniente para ambos y un serio problema añadido a la crisis económica, constitucional y territorial que estamos viviendo.

Es claro que los socialistas deben acometer un proceso de refundación mediante un congreso constituyente, tras el cual el renovado partido, antes de echar a andar, pida perdón con el corazón que le quede a todos los españoles por los errores cometidos y asuma de una vez por todas que fue ese partido de Zapatero y de Rubalcaba, con todos sus barones al frente, el que condujo a España a este abismo, negando la crisis, alentando el despilfarro y mimando a una banca tan insensata como torticera. Y mientras esto no ocurra, sus votantes no volverán.

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