Un dardo vital para la yegua ourensana Tina

La yegua herida de Vilar, bautizada como Tina.
photo_camera La yegua herida de Vilar, bautizada como Tina.
No responde a ese nombre, quizás a ningún otro, pero es así como han bautizado en Vilar (Padrenda) a esta yegua salvaje que desde hace semanas visita la aldea y que presenta una grave herida en una de sus patas, sin que se deje atrapar para sanarla

Una yegua herida tiene en vilo a una familia de Vilar, en el municipio Padrenda, cuyo interés por sanar al animal ha movilizado desde los agentes del Seprona de la Guardia Civil hasta el propio alcalde, pasando por una asociación de animales, veterinarios de la provincia y mismo de la vecina Portugal. “Estoy preocupada, enfadada y triste, todo a la vez”, comenta María, vecina de esta pequeña aldea con 30 habitantes, y que lleva semanas tratando de atrapar al animal para poder curarlo.  “No sabemos si tiene dueño o no, creemos que no, que es una yegua salvaje que vive en la sierra, pero necesita atención. Verla así es un sufrimiento”, reconoce esta lugareña quien hace días, en un juego con unos niños del pueblo, bautizó al ejemplar con el nombre de Tina.

La presencia de caballos salvajes en la sierra del Leboreiro forma parte del paisaje y de los recuerdos, desde siempre, de los vecinos de ambos lados de la “raia”. Manadas de ejemplares que, en los últimos días del invierno, siempre se dejan caer por las aldeas en busca de alimento. En estos momentos, en Vilar, son dos las manadas que visitan a los vecinos, una de ocho ejemplares y que incluye un potro recién nacido y otra de tres, en la que se encuentra Tina. “El problema, en este caso, es que el animal está herido, debió meter la pata en una trampa en el monte, y no hay manera de cogerlo para curarsela”, confirmaba Manuel Pérez Pereira, alcalde de este municipio de Terra de Celanova, en la frontera con Portugal, que se ve “con competencias en una materia para la que ni el Concello, ni nadie hasta la fecha, ha encontrado una solución”, dice tras haber visitado ya la aldea en un par de ocasiones para controlar su evolución. 

El problema radica en la necesidad de atrapar al animal. “Se necesita a un profesional que le lance un dardo, con la dosis justa para sedarlo, y poder curarle la pata. He hablado con un veterinario de Portugal, pero dice que alguien tiene que atraparlo y adormecerlo antes”, explica Pérez Pereira, quien asegura haber contactado “con la Consellería de Medio Ambiente, con veterinarios de Medio Rural, con la Guardia Civil… y nadie tiene un rifle”. En su deseo de encontrar una solución y curar pronto al animal, Pérez Pereira subraya que el Concello asumirá todos los gastos, “pero necesitamos a la persona que dispare ese dardo con la dosis justa”, concluía.

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