El misionero comboniano Daniel Villaverde visita estos días la provincia para dar a conocer la labor social de la cual ha sido copartícipe durante los 20 años que ha pasado en Kenia
El misionero comboniano Daniel Villaverde visita estos días la provincia para dar a conocer la labor social de la cual ha sido copartícipe durante los 20 años que ha pasado en Kenia. Una vocación que, desde enero, ha dejado temporalmente aparcada para desarrollar la pastoral vocacional juvenil desde Madrid. Alumnos de los centros de enseñanza de Celanova han sido sus primeros oyentes.
¿Qué tal su visita a Celanova?
Muy bien, ya estuve aquí hace 16 años. En esta ocasión he visitado varios colegios para trasmitir a los chavales mis vivencias y aventuras en Kenia, 20 años de trabajo principalmente con las tribus nómadas del norte. Ahora estoy en Madrid para dar a conocer las misiones y visitar distintos lugares desarrollando la pastoral vocacional juvenil, pero en seis años espero regresar.
En estos encuentros con los jóvenes ¿qué es lo que les llama la atención?
Siempre me preguntan si el dinero que dan aquí, llega. Y siempre les contesto que el que llega, se utiliza y muy bien, porque tenemos que dar cuenta de todo. A los chicos les atrae el modo de vida y la cultura, el trato que nos dispensan y si tenemos miedo.
Dice que piensa en volver pronto a Kenia, ¿queda mucho por hacer?
Si, ¡todavía estáis a tiempo! Hacen falta servicios básicos y asistenciales en las zonas del norte, porque el resto de Kenia está considerado un país emergente. Hemos llevado a cabo acciones importantes, creando lugares de culto, formación y también atención sanitaria con dispensadores y clínicas móviles. Procuramos hacer muchos pozos, para que en épocas de sequías la gente tenga facilidades. Para nosotros, aquellos que hemos crecido en una Galicia verde, es muy difícil acostumbrase a una vida nómada en un desierto, sin agua y a 40 grados.
¿Hacen falta misioneros?
En Europa han bajado los números y, en España, este es posiblemente el peor momento. Aunque por herencias del pasado, seguimos siendo el país del mundo que más gente tiene fuera. De Ourense, hay varios combonianos trabajando en África.
¿Es difícil encontrar vocación?
Si, por muchos motivos. Es muy difícil porque las familias o no tienen hijos, o tienen uno o dos y lo último que quieren es que se vayan a las misiones; porque los jóvenes viven muy cómodos y al hablarles de sacrificios, de darse a los demás, les suela a chino; porque la devoción ha desaparecido de muchas familias e incluso porque la gran publicidad a los escándalos dentro de la iglesia ha tenido un efecto muy negativo en nuestra labor.
