'El niño con pijama de rayas', de Auschwitz a la gran pantalla

La adaptación cinematográfica de 'El niño con pijama de rayas' ha mantenido la mirada inocente de un niño ante el horror del Holocausto que hizo del libro un best-seller con el objetivo de ayudar a los menores a entender lo que pasó, según explicó su director, Mark Herman.
Herman, acompañado por el escritor John Boyne, y dos de los actores de la película, Vera Farmiga y David Thewlis, presentaron hoy en el Festival de cine de San Sebastián la esperadísima adaptación a la gran pantalla del libro y lo hicieron convencidos de que han hecho la mejor película posible.

En un encuentro con un reducido grupo de periodistas, Herman y Boyne coincidieron en destacar la importancia de esa mirada inocente de la infancia ante hechos que ocurren a su alrededor y que no terminan de entender o que cuando lo hacen es demasiado tarde.

'El niño con pijama de rayas', libro del que se han vendido 3,5 millones de ejemplares, trata de la relación de dos niños y de cómo tratan de sobrevivir en un momento tan difícil como la Segunda Guerra Mundial.

Uno de ellos -Shmuel- vive en un campo de concentración nazi, y otro -Bruno- fuera de él, ya que es hijo de un comandante alemán encargado precisamente de llevar a cabo el exterminio de los judíos.

Al elaborar la historia, una de las cosas que más preocupó a Boyne fue elegir qué hechos reales narraría en la historia y cuáles serían ficción.

'Quería estar absolutamente seguro de que tomaba la decisión adecuada', dijo Boyne, consciente de la importancia de un tema como el Holocausto, que le obsesionó desde los 15 años pero del que nunca pensó escribir un libro.

En este sentido, Mark Herman relató cómo hace apenas una semana estuvo con una superviviente del campo de Auschwitz que se dedicaba precisamente a eliminar los pijamas que llevaban las personas que eran gaseadas.

'Se ha convertido en una gran fan de la película porque puede ayudar a los niños a entender lo que realmente pasó', explicó el director, para quien es muy importante que no se frivolice con la historia.

De ahí que una de sus principales preocupaciones fuera mantener esa inocencia de los niños que debían interpretar los personajes infantiles en la película.

'Los niños que entrevistamos para la película -de entre 8 y 12 años- tenían una visión muy inocente sobre el Holocausto, muy vaga y y eso era justo lo que buscábamos, la inocencia'.

Para conservar la de los actores decidieron rodar la película casi en el mismo orden en que ocurren los hechos de la historia, algo bastante poco habitual en la industria del cine.

Además, y para mantener a los niños como en una burbuja, la película es fiel al libro al no mostrar claramente qué es lo que pasa en el campo de concentración.

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