Decía Le Corbusier que la geometría solucionaría los problemas de la arquitectura, una disciplina que aúna lo bello y lo práctico y que se rige por unas leyes matemáticas distintas a las de la naturaleza, como descubrió en Córdoba en los años 70 el urbanista Rafael de la Hoz Arderius
Decía Le Corbusier que la geometría solucionaría los problemas de la arquitectura, una disciplina que aúna lo bello y lo práctico y que se rige por unas leyes matemáticas distintas a las de la naturaleza, como descubrió en Córdoba en los años 70 el urbanista Rafael de la Hoz Arderius.
De la Hoz estudió durante veinte años los edificios cordobeses buscando en ellos la huella de la divina proporción, el canon que descubrió Euclides en su libro "Los elementos".
No tuvo éxito, pero descubrió un paradigma que cambiaría para siempre la arquitectura y que llamó la proporción cordobesa, un relación matemática distinta, que tiró por tierra 23 siglos de teorías erróneas.
Todo comenzó en los años 50, rememora en declaraciones a Efe Rafael de la Hoz Castanys, también arquitecto e hijo del urbanista, cuando su padre comenzó, por encargo de la Diputación, a estudiar la relación arquitectónica que había en los edificios de Córdoba, la ciudad donde durante siglos se había conservado el único ejemplar de "Los elementos" de Euclides.
Por tanto, se suponía que esta ciudad sería especialmente sensible a la proporción divina, un canon de armonía que está en la naturaleza y en el ser humano, y cuya equivalencia matemática es de 1,6.
"La sorpresa fue que no era así. Que los cordobeses preferían otra proporción, que los edificios, desde la Mezquita a Capuchinos, estaban construidos con otra proporción", recuerda el arquitecto, que añade que su padre quedó "desconcertado" y tardó 20 años en descubrir lo que él cataloga como "la proporción real".
El descubrimiento quedó plasmado en una ponencia que pronunció Rafael de la Hoz padre en 1973, y que, por haberla descubierto en Córdoba, llamó la proporción cordobesa, un canon "más humano", y que no solo se da en Córdoba, sino en edificios de todo el mundo.
Su hijo especifica que, hasta ese momento, se pensaba que toda la arquitectura culta estaba hecha en proporción divina o áurea, al estar realizados los edificios en codos, pulgadas o palmos.
"Es decir, se hacían a imagen del hombre y como se pensaba que el hombre estaba hecho por Dios, pues la arquitectura tenía que respetar la divina proporción", afirma De la Hoz Castanys, que añade que su padre descubrió que esto era una "idealización".
Lo cierto es que esta relación matemática está en todo el mundo, desde las pirámides de Keops al arco L'Etoile de París, pero el verdadero emblema no podía ser otro que la Mezquita de Córdoba, un edificio que hace del octógono, "la figura geométrica que le gusta a los cordobeses", según de la Hoz, su razón de ser.
También en el convento de Capuchinos otro de los emblemas de esta proporción, aunque el arquitecto indica que el octógono y la proporción cordobesa está en todas sus fuentes, fachadas y edificios.
"En Córdoba, salvo que el autor deliberadamente haya buscado otro, si está realizado de una manera natural, están todos, los mosaicos, los pavimentos, las esculturas, todo", apostilla De la Hoz, quien apunta que, a pesar del "desconcierto con que fue acogida esta teoría, "no tuvo impacto ninguno".
Esto se debe, a su juicio, a que es una teoría que sólo tiene medio siglo. "Es un bebé, necesita 3 o 4 siglos para afianzarse y ser reconocida", advierte De la Hoz, que señala que, además, la arquitectura hoy en día "no está en estos problemas".
No obstante, concluye que la proporción cordobesa es algo inmutable y que perdurará, puesto que está en el mundo entero.
Al fin y al cabo, recuerda, lo que hizo su padre fue "responder a una pregunta que se ha hecho la humanidad desde su origen: ¿cuándo algo es bello?".
