ENTREVISTA

El deporte bajo distintos prismas

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photo_camera José Ramón Estévez.

José Ramón Estévez, exjugador de fútbol, chófer de varias plantillas de élite y árbitro, trabaja ahora en la base del Peroxa C.F.

Él mismo se reconoce amante del deporte en general, “en especial del fútbol”, lo que permitió a José Ramón Estévez transitarlo en distintas etapas de su vida y con gran intensidad, hasta llegar a estos días en los que se encuentra entrenando a la base del Peroxa CF, el equipo de su pueblo natal. “Estoy en mi casa, con mis amigos, vecinos y encantado de la vida. Estoy en un equipo pequeño intentando educar deportivamente a los niños más que enseñarles a jugar”.

José Ramón reconoce que “los niños me dan y me quitan mucha paciencia (risas) porque soy un poco temperamental. Entre ellos están mis dos hijos, aunque no me gusta ser su entrenador porque le dicen a mi mujer que les exijo más, pero nos seguimos llevando bien”.

De todas maneras, el proyecto del Peroxa CF quiere ir a más. “La gran virtud que veo aquí es el trabajo que se está haciendo por dentro y a lo mejor no se ve. No buscamos resultados deportivos, sino que tengan un futuro y que esta escuela no sea un proyecto de 2 ó 3 años y que se intente trabajar, con lo difícil que es en un pueblo”.

De este presente esperanzador, quisimos conocer las entrañas de su pasado que lo encontró dando sus primeros golpes al balón en el Asunción, con Eustaquio Barbosa como fundador y guía, y actualmente presidente del Peroxa CF. De ahí pasó al mítico Carrera “donde coincidí con Pichi, al que luego reclutó el Pabellón para abrir su camino profesional con el CD Ourense . De ahí desembarqué en el Ponte donde estuve 11 años consecutivos e incluso llegué a jugar con Diéguez, un gran amigo, en el primer equipo”.

Sin embargo, tras una grave lesión de rodilla que no fue jugando “terminó en rotura de ligamentos cruzados posterior y anterior y me alejó de los campos hasta que regresé defendiendo al Palmés y por último en el Allariz, siendo parte del equipo que ganó la Copa Diputación”, dijo.

De jugador a chófer del COB

A raíz de la separación de su primer matrimonio se produce su etapa más peculiar como chófer de la empresa Autos González, que lo iba a vincular por espacio de cinco años con el mundo del deporte ourensano. “Mi primer viaje fue con el COB con Sergio Valdeolmillos como entrenador, un chico muy supersticioso y que sólo me quería a mí. De hecho, en esa temporada creo que no perdieron ningún partido conmigo jugando fuera”.

Su relación con los entrenadores dependía de su carácter. "Había unos que me implicaban como uno más de la plantilla del club y otros eran más independientes. Cuando nació mi primer hijo recibí flores en el hospital y me fueron a visitar jugadores y directivos. Después con otros, como Pedro Martínez la relación fue más fría”.

En sus viajes con el equipo de baloncesto, José Ramón recuerda en un partido donde el COB se jugaba el ascenso en Lleida, “el pabellón estaba hasta arriba y yo ubicado en la grada detrás de nuestro banquillo soportando a un público encendido contra nosotros. De repente Willie Ladson me cogió del pecho sacándome de la grada y me puso a su lado en el banquillo como protegiéndome”.

El actual técnico de la base del Peroxa subido al volante transitaba en general unos 12.000 kilómetros al mes y entre los muchos viajes transportando a deportistas coincidió con el CD Ourense de Rodríguez Vaz. “Como persona era impresionante, lo mejorcito con diferencia. No se cenaba hasta que aparcara el autobús, ya que para él el chófer era el primero de la plantilla. Cuando los jugadores se iban cambiando en el campo él se venía conmigo a dar vueltas por el terreno de juego y me decía como iba a plantear el partido”. A lo largo de este lustro “hice amistad con muchos jugadores, como Ramón Dacosta. También Adolfo, Xavi Seoane o Golo, un chico vasco espectacular que de hecho fue uno de los que vino a ver a mi hijo cuando nació”.

El recuerdo del FC Barcelona

Entre sus pasajeros más ilustres José Ramón trasladó al FC Barcelona cuando llegó a Ourense a jugar aquella eliminatoria de Copa del Rey. “Era otra historia, nada que ver con lo que había vivido hasta ese momento. Recuerdo a Puyol, en sus inicios, llevando con el utillero el baúl con la ropa por las escaleras del campo de O Couto, como el gesto del club de regalarme tres camisetas, una de ellas firmada por todos los jugadores, la que regalé a un cuñado porque soy del Madrid (risas), aunque no olvidaré el detalle de Luis Enrique en el aeropuerto de Peinador tras pasar el control de metales volvió hacia atrás para firmar la camiseta porque faltaba la suya”.

Una vez cerrada su etapa como chófer, descendió del autobús y se subió en su penúltima estación deportiva que lo involucró como árbitro de fútbol sala. “Había vuelto a jugar en veteranos. Nunca fui un gran futbolista, pero sí un buen deportista y en el campo del Barra de Miño, Quintana que comentó que había escasez de árbitros y me decidí a probar, pero tras dos años la lesión de rodilla dijo basta”.

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