Pulpo, churrasco, banderas asturianas, gorros, camisetas del equipo y...la gaita. La hinchada del Tuilla tomó Ourense.
La mayoría, prejubilados de la cuenca minera. Otros muchos, jóvenes que pusieron el jolgorio y los gritos de ánimo. Un modesto equipo de Tercera división, el Tuilla, es el culpable de arrastrar tras de sí a casi todo un pueblo.
La mayoría, prejubilados de la cuenca minera. Otros muchos, jóvenes que pusieron el jolgorio y los gritos de ánimo. Un modesto equipo de Tercera división, el Tuilla, es el culpable de arrastrar tras de sí a casi todo un pueblo.
Llegaron de mañana a Ourense, visitaron Xantar y luego, subidos a los cinco autocares, se desplazaron hasta el campo de la feria, donde estaba preparado todo un manjar a base de pulpo, churrascada y... vino, mucho vino. Dicen que incluso se agotaron las previsiones de lo último.
Después de comer, una visita turística a la ciudad y rumbo al campo de O Couto. Llegaron con tiempo, la policía local buscó acomodo para los cinco autocares y ya dentro, para evitar cualquier percance, los seguidores ourensanos, especialmente los que más pasión pusieron en animar al equipo, se colocaron hacia la izquierda de la grada.
Más de la otra mitad era para la hinchada del Tuilla. Los mayores se mostraban más tranquilos, pero los jóvenes fueron los que pusieron el diapasón mucho más alto. Instrumentos de viento, percusión, gorras, camisetas del equipo, alguna bandera del Principado y... la gaita.
La afición fue variopinta. Desde una señora de 86 años, que era ayudada por otras dos para que pudiese caminar entre las butacas, a un niño de dos totalmente uniformado con los colores del su equipo, blanco y azul. El sonido de las trompetillas fue realmente ensordecedor y el asistente de tribuna escuchó de todo, menos bonito.
Después de comer, una visita turística a la ciudad y rumbo al campo de O Couto. Llegaron con tiempo, la policía local buscó acomodo para los cinco autocares y ya dentro, para evitar cualquier percance, los seguidores ourensanos, especialmente los que más pasión pusieron en animar al equipo, se colocaron hacia la izquierda de la grada.
Más de la otra mitad era para la hinchada del Tuilla. Los mayores se mostraban más tranquilos, pero los jóvenes fueron los que pusieron el diapasón mucho más alto. Instrumentos de viento, percusión, gorras, camisetas del equipo, alguna bandera del Principado y... la gaita.
La afición fue variopinta. Desde una señora de 86 años, que era ayudada por otras dos para que pudiese caminar entre las butacas, a un niño de dos totalmente uniformado con los colores del su equipo, blanco y azul. El sonido de las trompetillas fue realmente ensordecedor y el asistente de tribuna escuchó de todo, menos bonito.
