Curry anotó 37 puntos, incluidos siete triples, y lideró el ataque de los Warriors que dieron toda una exhibición de baloncesto, ante unos Cleveland que solo pudieron ilusionarse con Lebron James
La pareja formada por Stephen Curry y Kevin Durant –MVP de la final– lideró a los Golden State Warriors a la gran victoria a domicilio de 85-108 ante los Cleveland Cavaliers en el cuarto partido de las finales de la NBA de la pasada madrugada. Gracias a esta victoria, la escuadra de Oakland dio carpetazo a la serie con un 4-0 incontestable que le ha servido para lograr su segundo anillo consecutivo, el tercero en cuatro años, y confirmarse así como un equipo de época en la mejor liga de baloncesto del planeta.
Curry anotó 37 puntos, incluidos siete triples, y lideró el ataque de los Warriors que dieron toda una exhibición de baloncesto, especialmente en el ya tradicional tercer cuarto demoledor resuelto con 13-25, que dejó sin ninguna opción de reacción a unos Cavs que siempre se sintieron derrotados.
La desventaja de 3-0 en la eliminatoria pesó como una losa, después que ninguno de los trece equipos anteriores con ese obstáculo fuera capaces de superarlo. Ni tan siquiera la motivación dialéctica constante de LeBron James hizo posible la reacción del equipo de Cleveland, que mostró todas las debilidades con las que cuenta y que sin su estrella ni siquiera habrían llegado a las finales.
