ECONOMÍA

Nuevo modelo productivo, sí, pero cuál

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photo_camera El ministro Luis de Guindos, en una sesión en el Congreso.

Ninguna de las formaciones políticas que apoyaron la constitución del nuevo Gobierno arriesgan a la
hora de definir a qué debe dedicarse España para dejar atrás la crisis y crear empleo de calidad

Cómo crear más riqueza y repartirla de manera justa sigue siendo, un año más, el gran reto pendiente de la economía española. Producir más y mejor, con valor añadido suficiente para ser competitivos en la economía globalizada, permanece como un horizonte lejano. Los graves problemas de España, el paro, la desigualdad, la pobreza, los recortes sociales…, no han desaparecido en 2016.

Desde el Gobierno del PP se apela a las reformas para ir paso a paso. Desde la oposición socialista se colabora con el Ejecutivo, a cambio de pequeñas migajas. Y desde la oposición crítica -léase Podemos- se ha pasado del discurso populista a otro más realista, encarnado por Íñigo Errejón. Sus palabras así lo atestiguan: "Qué modelo de pensiones, qué modelo de geografía territorial del Estado, qué modelo de relaciones laborales, qué modelo de cambio productivo y energético... esa es la única manera de que la discusión le diga algo a España, que se vea que discutimos sobre cómo ganar".

Pero ni unos ni otros se atreven a concretar a qué debe reorientarse España para producir más y mejor. Tras la crisis financiera de 2008, los países que van bien no sólo sanearon su banca y sus empresas, sino que desarrollaron su maquinaria tecnológica. España sigue en la fase de saneamiento –ahí está, bien reciente, el coletazo de la sentencia sobre las cláusulas suelo– y da contadas muestras de su innovación.

Los puntos débiles de la economía española, reconocidos por el propio Gobierno, están en la tasa de paro -"si no hacemos nada para combatir el paro juvenil, nos encontraremos con la primera generación de la historia moderna que vivirá peor que sus padres", admite el ministro de Economía, Luis de Guindos- y los problemas de la burbuja de la construcción, que han afectado al sistema financiero y, de rebote, al elevado déficit público, debido a una menor recaudación y a un gasto financiero excesivo.

Pese a todo, para Luis de Guindos, el porvenir de España es "brillante" y le permite afrontar "un futuro lleno de incertidumbres". Lleva diciendo que es "brillante" desde que llegó al Gobierno de Mariano Rajoy y lo repite todos los años. ¿En qué se fundamenta? De entrada, en que el actual crecimiento llevaría a España a que en el año 2016 su economía habría crecido incluso más que en 2015, el 3,3%. Y de salida, el titular de Economía se basa en que el patrón de crecimiento económico es "sin duda distinto" y "más esperanzador" que el que se encontró cuando llegó al Gobierno, lo cual explicaría que algunas empresas españolas hayan conseguido aumentar su cuota de mercado.

"En España, en estos momentos, existe confianza en la economía española", suele concluir Luis de Guindos en sus discursos, lo cual quizá le va en el sueldo. Pero parte del andamiaje anticrisis del Gobierno está sujeto a debate, empezando por la reforma laboral –basada en la devaluación salarial– y terminando por los criterios de déficit público. Ni siquiera puede darse por cerrada la reforma del sector financiero.

¿Basta con que ahora las empresas pueden operar en un mercado laboral más flexible que les permite adaptarse con mayor rapidez a las circunstancias del negocio y ganar competitividad? ¿Es sostenible el modelo de pensiones sin nuevos impuestos? ¿Puede garantizarse el compromiso de déficit con más ingresos sin nuevos ajustes? Son preguntas que este nuevo año 2017 podría encargarse de responder.

@J_L_Gomez

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