GIBRALTAR

El contrabando nuestro de cada día

Los informes de la UE alertando contra el contrabando de tabaco han encrespado los ánimos, tanto el de los trabajadores como el de los contrabandistas

Los informes de la UE alertando contra el contrabando de tabaco en Gibraltar han encrespado los ánimos en la comarca, el de los trabajadores, por la molestia de las colas diarias, y el de los contrabandistas que, con modestia no exenta de orgullo, declaran encontrar en esta actividad su "pan de cada día".

La hostilidad de los gibraltareños y, sobre todo, de los vecinos del Campo de Gibraltar que, por la causa que sea, entran y salen a diario de la Roca, contra los periodistas es manifiesta, sobre todo si van con cámara de televisión, bien porque aspiran a mantener su cotidianeidad intacta o porque entienden que cualquier publicidad no es buena para su pequeña actividad clandestina.

Uno de los vecinos de la Línea de la Concepción que no disimula su hostilidad y que no quiere ver su nombre escrito en letras de imprenta, lo explica: "Nadie cuenta la verdad de esto; dicen que Hacienda pierde millones en impuestos, pero con el contrabando de tabaco nadie se hace rico; el margen de beneficio es de 30 céntimos por cajetilla".

"Calcula a ver cuántas cajetillas tienes que sacar en un día, y venderlas luego, si quieres ganarte treinta euros al día; y, además, que si esto es tan malo que no traigan a Gibraltar el tabaco de España ¿o es que no vienen de España los 'trailer' que entran todos los días cargados de tabaco, y no son empresas españolas las que lo venden?", prosigue.

"Y los periodistas, en vez de decir que aquí no hay trabajo ni industria ninguna, decís que el problema son los millones de euros que se pierden en impuestos y que esto es delincuencia organizada, cuando nadie nunca se ha hecho rico con el contrabando de tabaco, además de que el contrabando ha existido desde que existe Gibraltar, y si no es de tabaco será de otra cosa", concluye.

En el barrio de la Playa de la Atunara explican que en la Línea de la Concepción (Cádiz), con sus 75.000 habitantes, son miles, no cientos sino miles, las familias que viven o se ayudan del contrabando de tabaco, y que basta alejarse solo dos o tres calles de la playa para encontrar casitas humildes de una sola planta que tienen los dormitorios y en ocasiones hasta la salita de estar "llenas de tabaco hasta el techo".

El riesgo que asumen los "matuteros" o contrabandistas a pequeña escala es grande, al menos los que entran y salen por la aduana -hay quien afirma que el 80 % del tabaco de contrabando sale por el mar hasta la playa en lanchas y motos acuáticas- , ya que no sólo la Guardia Civil puede incautarse del tabaco que han comprado sino que la Agencia Tributaria pone una multa mínima de 1.000 euros.

Esa multa puede ser mucho mayor en función de la cantidad de tabaco aprehendida o de la reincidencia.

Además, el coche utilizado para contrabandear el tabaco es intervenido durante varios días y, en algunos casos, hasta que se paga la multa.

El aparcamiento al aire libre, junto a la pequeña aduana de Gibraltar, en el que los guardias van dejando estos coches aparenta un pequeño museo de la picaresca: Uno tiene un hueco horadado junto a la palanca de cambios, otro los asientos huecos, otro un doble fondo en el sitio menos pensado... cualquier escondite que pueda contener quince o veinte cartones de tabaco de marca.

Este aparcamiento tenía esta semana una veintena de vehículos, pero ha habido días en que se han juntado hasta sesenta, en su mayoría turismos.

Quienes trabajan en Gibraltar pero viven en España le tienen a los controles policiales la misma inquina que los contrabandistas, sobre todo si se desplazan en coche particular, por las colas que provocan en el acceso, de hasta tres horas los peores días.

Algunos trabajadores han cambiado el coche por motos o, si no viven demasiado lejos, por bicicletas, porque la cola de los vehículos de dos ruedas es mucho más rápida, como es el caso del gibraltareño Julián Martínez -que él pronuncia "Yulian Martines"-, encargado de una empresa, que entra y sale todos los días en moto.

Julián Martínez se pregunta con cierta amargura que por qué no sucede lo mismo en la frontera andorrana, donde asegura que el problema del contrabando es aún mayor, sostiene que "todo esto es por la política" y advierte a las autoridades españolas: "Si no es el tabaco se inventarán otra cosa; pero aquí llevamos varias generaciones aguantando y nos adaptaremos a lo que sea".

El algecireño Adrián El Garbay trabaja en Gibraltar como jefe de máquinas de un barco y piensa lo mismo que Martínez, que el problema del contrabando de tabaco no justifica las colas en los controles de acceso, y que un día tuvo que esperar hasta tres horas y llegar con ese retraso a su puesto de trabajo, por lo que también se desplaza en moto.

Adrián El Garbay se enfada con los controles aleatorios de la frontera: "Si el problema del tabaco es tan grave que hagan los controles durante las veinticuatro horas del día y todos los días, y no ahora sí y ahora no, cuando les parece o les conviene". 

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