ÁGORA ECONÓMICA

Inconsistencia en el sistema de pagos y la posible ruptura del Euro

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Tras la expansión crediticia que caracterizó la anterior etapa de bonanza económica, la economía española se encontró con un importante desequilibrio financiero, en forma de elevada posición deudora frente al exterior. Este desequilibrio de tipo macroeconómico ha llevado a la economía española a contabilizar, según datos del Banco de España, una Posición de Inversión Internacional  Neta (PIIN) en el tercer trimestre del año 2016 de un -89,1% de PIB -cerca de un billón de €-.

POSICIÓN DE VULNERABILIDAD

Una posición deudora que expone en exceso, en términos financieros, a nuestra economía ante el previsible aumento de la volatilidad que se pudiese producir en los mercados internacionales, pudiendo derivar en un preocupante shock económico-financiero, en el caso de que la rentabilidad implícita de financiación se incrementase repentinamente en los mercados.

El elevado grado de vulnerabilidad que muestra la economía española a posibles fluctuaciones que pudiesen experimentar los tipos de interés, como las posibles subidas en las primas de riesgo de la deuda pública, supondría una lenta corrección de la preocupante posición deudora que presenta nuestra economía frente al exterior. Aun así, la economía española, después de contabilizar continuos déficits en la anterior etapa de bonanza económica hasta alcanzar un saldo negativo en la balanza por cuenta corriente del 10% de PIB en el año 2008, se anotó en el año 2016 un superávit del 2%, circunstancia que, de mantenerse, ayudaría a reconducir el desequilibrio exterior que tiene actualmente con respecto a sus acreedores internacionales, al registrar durante cuatro años consecutivos un saldo exterior positivo que se tradujo en una cierta mejoría en cuanto a nuestra capacidad de financiación frente al exterior.

Aún así, la economía española presenta, en estos momentos, el volumen de deuda más alto de las economías de la OCDE con respecto al exterior en término absolutos, solo por detrás de la economía norteamericana que también presenta un panorama preocupante en cuanto a sus posiciones deudoras frente a sus acreedores extranjeros. Aún así, el superávit comercial que ha contabilizado en los últimos años se produjo gracias a la mejora del saldo comercial y de la cuenta de capital, lo que contribuyó a que se produjese una progresiva corrección de su posición deudora frente al exterior, después de alcanzar entre los años 2013 y 2014 un porcentaje cercano al -98% de PIB.

Ante la ingente cantidad de deuda externa que presenta en su haber la economía española, la única alternativa para reconducir la a niveles aceptables -en torno al -35% del PIB-, según un informe del departamento de análisis CaixaBank Research, es que la economía creciese durante los próximos 10 años en torno a un 3% de media anual y obtuviese un superávit por cuenta corriente del 2,5%, sin que se produjese un incremento de la prima de riesgo de la deuda española a niveles preocupantes y que la valoración de los instrumentos de pasivo emitidos por los agentes residentes no se incrementase en los mercados secundarios de deuda.

ASIMETRIAS EN EL TARGET2

Esta delicada situación de elevado endeudamiento financiero que presentan economías periféricas como España y la progresiva disparidad observada en el sistema europeo de pagos, el denominado TARGET2, hacen presagiar una situación de total insostenibilidad de la deuda dada la arquitectura macroeconómica ideada para la zona Euro, en la que cada vez se ve con más claridad las profundas asimetrías que presentan los diferentes bloques económicos que la componen, los llamados países centrales y periféricos.

El mecanismo de pagos no es más que un sistema de crédito que articula el sistema monetario para desarrollar los mecanismos de transmisión con los que dotar de liquidez a la economía real. De hecho, las operaciones de comercio exterior generan transferencias entre los agentes económicos de diferentes países, por lo que, continuos déficits comerciales implican la necesidad de financiación en estas economías frente a las que gozan de la capacidad de  financiar en base a sus superávits comerciales, circunstancia que puede dar a lugar a una fuerte asimetría entre economías que hacen uso de la misma moneda si se mantienen dicha situación en el tiempo indefinidamente, circunstancia que dificultaría el poder compartir la misma política monetaria para todos ellas.

Concretamente, los saldos TARGET2 nos informan fielmente de la evolución de los pagos que se producen fruto de las relaciones comerciales entre los agentes de las diferentes economías, flujos comerciales que implican necesidades de liquidez que, desde el momento, en que estas dejan de ser financiadas por el mercado interbancario, coincidiendo con estallido de la crisis financiera en el año 2008, y es el Banco Central Europeo el que comienza a proporcionar dicha liquidez, es cuando comienzan a incrementarse las disparidades entre las economías periféricas y centrales en cuanto a sus posiciones financieras.

Desde la aparición en escena de la crisis financiera, las disfunciones en el sistema de pagos europeo se acentúan de forma continuada, agravándose en los peores momentos de las crisis de deuda soberana sufrida en Europa a mediados del año 2012, episodio que aceleró la fragmentación y la dependencia financiera de las economías periféricas respecto a  las centrales, aumentando la probabilidad de default de las primeras en relación a su más que evidente incapacidad para reducir su posición deudora frente a las economías centrales acreedoras.

La asistencia financiera que seguirán precisando en los próximos años las economías más endeudadas del sur frente a la necesidad que tienen las economías más fuertes del norte de normalizar la política monetaria, dado el repunte de los precios a nivel global y el cambio de orientación monetaria al otro lado del Atlántico por parte de la Fed, podría desencadenar definitivamente la necesidad de establecer el sistema de dos velocidades en el espacio monetario europeo y así poder plantear unas condiciones monetarias más adecuadas a cada uno de los bloques que se han formado en el seno de la zona Euro.

Las economías periféricas precisarán de una política monetaria más laxa para poder aliviar sus necesidades financieras mientras que las economías centrales necesitarán unas condiciones más restrictivas buscando una mayor disciplina y evitar así un aumento desmesurado de la base monetaria. Esta situación de conflicto entre los dos bloques podría dar lugar a la ruptura definitiva del Euro, la aparición de dos monedas en el mismo espacio económico europeo que presentasen una cotización y una política monetaria diferenciada con la única finalidad de conseguir corregir los profundos desequilibrios financieros que presenta la zona euro. Aún así, la aparición de dos divisas podría derivar en un importante quebranto económico para los países acreedores, dada la posibilidad de incumplimiento de los países del sur en base a la ingente cantidad de deuda que acumulan y la previsible depreciación de su moneda con respecto a la de sus vecinos. No obstante, los países centrales tendrían una cierta motivación a tener su propia moneda ante la necesidad de establecer un cortafuegos ante los problemas financieros que se avecinan y así mantener cierta credibilidad en los mercados internacionales.

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